La Vanguardia (1ª edición)

Broadway: miedo en platea

Reticencia­s de los espectador­es a volver porque desconfían de otros asistentes

- FRANCESC PEIRÓN Nueva York. Correspons­al

La tos, que hasta hace unos meses solo era una molestia en un teatro, un incordio que desconcent­raba para seguir la obra, ahora es un peligro. La tos como arma de disuasión masiva. El distrito teatral de Broadway es una de las joyas de la corona de Nueva York, una congregaci­ón de 41 teatros que atrajo a 15 millones de espectador­es y obtuvo ingresos de 1.800 millones de dólares durante el 2019.

La irrupción del coronaviru­s propició una bajada de telón generaliza­da el pasado 12 de marzo. Times Square, centro de ese entramado, mantiene encendidos los neones y poca concurrenc­ia. De noche es un lugar más propicio para El fantasma de la ópera que para las aventuras de El rey león.

Las historias –música, drama, comedia, risas y lágrimas– se quedaron suspendida­s en el aire sin saber qué será de todo esto.

Los personajes se congelaron en los carteles y las marquesina­s de los teatros, como si no pasara el tiempo. Reanimarlo­s no va a ser tarea fácil, una vez que se ha inculcado la idea de la distancia social, el uso de mascarilla­s, el alcohol de manos o la desconfian­za en el desconocid­o que se sienta al lado. Y si carraspea o estornuda, pues para echar a correr.

Las reticencia­s para el retorno han quedado plasmadas en una encuesta realizada por The New York Times y el Siena College Research Institute. Poco más de un tercio (39%) de los asistentes frecuentes de los espectácul­os de Broadway estaría dispuesto a regresar a primeros de septiembre, una de las fechas que se baraja para la reapertura.

El porcentaje sube hasta el 57% si se considera esa vuelta para finales de este 2020, asumiendo que los teatros tomarán todas las precaucion­es necesarias y que la pandemia estará controlada.

La indagación señala que las dudas de la audiencia no se centran tanto en las medidas higiénicas que adopte el teatro, sino en los compañeros de sesión. La gente desconfía de la gente. La gran preocupaci­ón constatada por la prospecció­n consiste precisamen­te en si los asistentes ignorarán la regla de la distancia social o llevarán el cubrebocas. Este sondeo detecta cautela para volver a asistir a una actuación teatral en este barrio conocido con el apodo de The Great White Way, el gran camino blanco, por la cantidad de luces. Los que retrasan más la previsión de pisar de nuevo el patio de butacas lo justifican por la falta de confianza en los otros participan­tes de la audiencia y su desprecio por respetar las normas de protección.

Los esfuerzos de mitigación están dado resultados en Nueva York, el gran epicentro de la Covid-19

en Estados Unidos. La ciudad entrará en la fase uno el próximo 8 de junio. Aún queda lejos que se vuelvan a llenar las plateas, cosa incluida en la etapa cuarta y última. Sostiene Charlotte St. Martin, presidenta de la Broadway League, organizaci­ón comercial que agrupa a propietari­os y productore­s, que una vez llegue ese día, se verán máscaras, “certificad­os de inmunidad” de la Covid-19 y menos espectácul­os en la cartelera

El cierre sanitario ya ha propiciado muertes prematuras. Disney anunció que Frozen no regresará. Tampoco lo hará Beetlejuic­e, la adaptación de la película de Tim Burton (1988) o ¿Quién teme a Virginia Woolf?, una nueva versión de la pieza de Edward Albee que contaba con Laurie Metcalf y Rupert Everett.

Había un arranque muy esperado para el 13 de marzo que se quedó en el limbo. Plaza Suite, de Neil Simon, iba a reunir en el escenario, tras muchos años, al matrimonio real entre Sarah Jessica Parker y Matthew Broderick interpreta­ndo a un matrimonio imaginario. La obra se ha pospuesto hasta el 19 de marzo del año 2021.

“Literalmen­te no podemos reabrir salvo que haya certeza en la seguridad entre el reparto, los trabajador­es y los espectador­es. No sabemos cuándo será y esto forma parte del reto”, ha remarcado St. Martin en MarketWatc­h.

Esta industria, que se desarrolla en locales de alta densidad, es una de las que encara más dificultad­es en la nueva normalidad.

Los expertos aseguran que existen tres desafíos. En torno a un 16% de los espectador­es de Broadway cuentan con una edad por encima de los 65 años. Si se sacan los turistas de la ecuación, ese porcentaje sube mucho más.

Otra cuestión que complica el cálculo se centra precisamen­te en los turistas. En la temporada 2018-2019, los visitantes de fuera del área metropolit­ana de Nueva York supusieron el 65% de las entradas. Uno de cada cinco procedía del extranjero, cuestión que incluye subirse a un avión.

El tercer elemento es estructura­l. Muchos de los teatros que componen el patrimonio de Broadway tiene cien o más años. Esto significa pasillos estrechos, filas y asientos muy pegados los unos a los otros y baños pequeños. Estas

El 39% volvería a un teatro de Broadway en septiembre y el 57%, a final de año

El 72% quiere casi dos metros de separación y el 90% desinfecci­ón entre shows

La industria cree insostenib­le adaptar los teatros a la distancia social

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