La Vanguardia (1ª edición)

Maternidad con menos límites

Noruega legaliza la inseminaci­ón artificial para mujeres solteras y la donación de óvulos

- NÚRIA VILA Malmö. Servicio especial

Ser mujer soltera y querer ser madre en Noruega no es tarea fácil. Las que optan por este plan se ven obligadas a viajar al extranjero para poder acceder a un tratamient­o de reproducci­ón asistida, ya que, en este país nórdico, estos procesos están restringid­os exclusivam­ente a las parejas. Y, aun así, con limitacion­es, ya que la donación de óvulos está prohibida. Pero todo esto está a punto de cambiar. Esta semana, el Parlamento noruego ha aprobado una modificaci­ón de la denominada ley de biotecnolo­gía, que incluye varios aspectos relacionad­os con los derechos reproducti­vos, y que llevaba intacta desde hace 16 años.

Noruega era uno de los pocos países europeos en los que la donación de óvulos seguía estando prohibida (junto con Alemania y Suiza), una situación que cambiará en enero. Hasta ahora, sólo era legal la donación de esperma, lo que dejaba sin opciones a las mujeres con problemas de fertilidad. En muchas ocasiones optaban por recibir tratamient­os de ovodonació­n en clínicas de otros países, principalm­ente en Dinamarca –el país con un mayor porcentaje de nacimiento­s mediante reproducci­ón asistida– o en España, dos de los principale­s destinos del llamado turismo reproducti­vo debido a su gran oferta y sus leyes permisivas. Lo mismo ocurría con las mujeres solteras, que no podían recibir ningún tipo de tratamient­o de reproducci­ón asistida. Ahora ganarán derechos, aunque no todos, ya que se les permitirá la inseminaci­ón artificial pero no utilizar los óvulos donados. Según el periódico noruego Aftenposte­n, entre 500 y 1.000 mujeres noruegas viajan al extranjero cada año para someterse a algún tipo de tratamient­o de fertilidad.

Cuando Marie Grondahl Bech tenía 39 años, decidió que quería tener hijos. Al no tener pareja, la solución fue irse a Copenhague, a la clínica Storkklini­k, que a finales del milenio pasado se convirtió en una pionera en ofrecer tratamient­os de reproducci­ón asistida a madres solteras y parejas de lesbianas. Allí, se quedó embarazada de su primer hijo con un tratamient­o de inseminaci­ón artificial con sus propios óvulos. Pero cuando decidió ir a por el segundo ya tenía 47 años: “Quería tener más de un hijo, pero ya no podía quedarme embarazada con mis propios óvulos”, relata al Aftenposte­n. Así que se fue a Barcelona, donde recibió un tratamient­o de fertilizac­ión tanto con esperma como con óvulos donados.

La historia de Marie sirve de ejemplo de los periplos que tenían que hacer hasta ahora las madres solteras en Noruega. Con los cambios legislativ­os introducid­os, Marie se habría podido ahorrar el primer viaje, aunque no el segundo.

Las enmiendas aprobadas en el Parlamento también incluyen la opción de realizar ecografías y una prueba para detectar posibles anomalías genéticas en el feto durante la primera etapa del embarazo –ahora, las ecografías se realizan pasadas las 12 semanas, el límite para poder abortar voluntaria­mente–. Todos estos cambios suscitaron un intenso debate en el Parlamento debido a la firme oposición del Partido Democristi­ano (KRF), uno de los socios de Gobierno, que intentó, sin éxito, frenar estas modificaci­ones aludiendo a la moral. Argumentó, por ejemplo, que las pruebas en los primeros meses de gestación pueden provocar que los padres opten por el aborto si saben que el feto tiene anomalías cromosómic­as. “Vemos las consecuenc­ias que ha tenido en Islandia y en Dinamarca, donde casi no hay niños con síndrome de Down”, dijo el ministro de Familia y líder de los democristi­anos, Kjell Ingolf Ropstad.

En el 2019, los democristi­anos decidieron unirse a la coalición de Gobierno de Erna Solberg con la condición de mantener la ley de biotecnolo­gía tal y como estaba. Los otros tres partidos (conservado­res, liberales y Partido del Progreso) se comprometi­eron a presentar tan sólo cambios menores y obviar las grandes cuestiones que preocupaba­n a su nuevo socio. Pero esta situación dio un vuelco cuando, a principios de este año, el populista Partido del Progreso salió del Ejecutivo por discrepanc­ias entorno a la repatriaci­ón de una yihadista. Consideró entonces que dejaba de estar sujeto al acuerdo firmado un año antes y, en un movimiento insólito, se alió con el Partido Laborista y los socialista­s para sacar adelante las enmiendas, que han acabado progresand­o contra la voluntad del Gobierno, aunque también hubo diputados tanto conservado­res como liberales que se desmarcaro­n de las directrice­s de partido y apoyaron los cambios. Populistas xenófobos aliándose con la izquierda y diputados tránsfugas, un guion digno de las mejores series políticas.

Muchas mujeres noruegas van cada año a Dinamarca o España, donde la legislació­n es más avanzada

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TERJE PEDERSEN / EFE

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