“Las vidas de los negros importan”, dicen los negocios atacados
Black Lives Matter, como se llama el movimiento de denuncia del racismo surgido hace un lustro. La misma frase que una refinada tetería del centro destrozada por las protestas, Teaism, usó Twitter para reaccionar a los desperfectos “antes de que otros pongan otras palabras en nuestra boca”. O el restaurante Founding Farmers: “La rabia está justificada. Preferiría que se expresara pacíficamente pero si me toca a mí sufrir algún daño material, seamos serios, eso no es sufrir”, dijeron sus dueños.
Distinguir entre las legítimas protestas pacíficas, que muchos estadounidenses apoyan, y la violencia en que algunas desembocan será seguramente más difícil conforme avancen los días, caso de que la protesta se prolongue. El trasfondo de esta rabia no es sino la fuerte desigualdad económica y social, que en EE.UU. tiene un fuerte sesgo racial. La riqueza media de una familia blanca americana es diez veces mayor que la de una negra. Un afroamericano tiene 2,5 más posibilidades de ser asesinado por la policía que un blanco. La lista continúa.
La coincidencia de las protestas y los disturbios con una pandemia y una grave crisis económica hace imposible prever por cuánto tiempo se prolongará la situación. A las puertas del verano y con 40 millones de nuevos parados, no es descartable que Estados Unidos esté entrando en un prolongado periodo de agitación social. Las elecciones, como ayer recordó Trump en un tuit a primera hora de la mañana, son el tres de noviembre. “¡Ley y orden!”, reclamó, utilizando el eslogan con el que Richard Nixon llegó a la Casa Blanca en 1968 después de un largo periodo de agitación social. Confía en que a él le ayude a conseguir un segundo mandato pero está por ver a quién beneficia al final el caos imperante.
Conforme pasan los días, la policía ha reprimido a los manifestantes con creciente contundencia –brutalidad, en no pocos casos–, lo que no ha hecho sino agravar las tensiones. La chispa que volvió a hacer estallar las tensiones sociales latentes en el país fue al fin y al cabo un episodio de violencia policial que se cobró la vida de otro negro desarmado más, George Floyd, hace una semana en Minneapolis. Su familia pidió ayer el final de la violencia y seguir adelante de forma pacífica en memoria de su hermano, que pasó de pagar con un billete de 20 dólares que un tendero sospechó que era falso a morir bajo la rodilla de un policía minutos después.
Trump pidió más mano dura a los gobernadores de los estados afectados por las protestas –en su mayoría, demócratas, dado su carácter urbano– y les acusó de haber convertido al país “en el hazmerreír del mundo”, en especial por la quema de una comisaria en Minneapolis cerca del lugar donde murió Floyd. “Tenéis que intentar que la gente vaya a la cárcel por mucho tiempo”, “no tengáis demasiados reparos”.
“Alguien que tira una piedra es como si disparara una pistola. Debes tomar represalias. Debes usar el sistema legal. Si quieres que esto pare, debes procesar a la gente” y meterlos en prisión “por 10 años” para que este tipo de protestas no vuelvan a producirse, recomendó el presidente a los gobernadores, a los que amenazó con imponer su propia respuesta. “Entraremos y haremos lo que hay que hacer, y eso incluye utilizar el poder ilimitado de nuestro Ejército y muchas detenciones (...) Esto es como una guerra... Y la terminaremos rápido”, prometió.
La riqueza media de una familia blanca es diez veces mayor que la de una negra en EE.UU.
“Entraremos y haremos lo que tenemos que hacer con el poder ilimitado del Ejército”