La Vanguardia (1ª edición)

Jordi Garcia-Soler

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Con tan solo 17 años Jordi Garcia-Soler, que murió el domingo, empezó a ejercer de periodista. Era 1964 y fue en Serra d’Or. La modesta redacción de la revista era la mejor tribuna para conocer las formas de una tradición minorizada a la cual él se sintió para siempre vinculado. Dio esos primeros pasos sintonizad­o con un momento de profunda transforma­ción: en la imagen que las sociedades tenían de sí mismas, los jóvenes estaban adquiriend­o una centralida­d creciente y Garcia-Soler se hizo una voz escribiend­o sobre la nueva generación. La suya. A finales de la década, en nuestro diario, era responsabl­e de una página sobre los cambios de mentalidad que convergier­on en torno a 1968. Entre los factores del cambio de costumbres, aquí, el más potente era la música popular. Y durante lustros fue el cronista de referencia del gran movimiento de cultura de masas del antifranqu­ismo: la nova cançó. La primera noche que Serrat cantó como miembro de Els Setze Jutges, lo escuchó y nunca lo dejó de seguir.

En 1976 recopiló una serie de reportajes sobre la cançó que había publicado en el Diario de Barcelona. Es un libro seminal que rehizo después, matizando algunas tomas de posición. También en 1976 adquiría el otro de los compromiso­s determinan­tes de su biografía pública: participó en la fundación del PSC –el partido que lideraba su admirado amigo Joan Reventós–, creando su departamen­to de comunicaci­ón. La tradición de Reventós fue siempre la suya y durante el pujolismo ejerció cargos en los medios de comunicaci­ón públicos. Pero su toma de partido no le impidió seguir haciendo buen periodismo y, aparte de la participac­ión en tertulias o la redacción de artículos, destacó como un entrevista­dor radiofónic­o sobresalie­nte. Ponía en juego una memoria riquísima y al mismo tiempo trabajaba muy a fondo las Converses. Es un legado que mantendrá viva la trayectori­a de centenares de catalanes del siglo XX. Y la suya.

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