La Vanguardia (1ª edición)

“Lo que ves es ‘El Barrio’”

La línea invisible que separa Barcelona de Sant Adrià apenas ha tenido incidencia real en el confinamie­nto

- MAYKA NAVARRO FEDE CEDÓ Sant Adrià / Barcelona / Mataró

La terraza del bar de Gregorio mira a Sant Adrià de Besòs aunque sus mesas y sus sillas, reducidas a la mitad por la pandemia, volvieron el miércoles a la acera de siempre de Barcelona. La frontera administra­tiva que divide los dos municipios es la calle Badajoz. Pese a ser ayer festivo, las patas de calamar y las bravas, abundantes, sin restriccio­nes y al precio de siempre, se sirvieron a una clientela fiel que ayer cruzó la línea con más tranquilid­ad de la habitual, sabedora de que ya no estaba incumplien­do las normas.

La tradición de llenar el interior y exterior del bar con vecinos de Sant Adrià y de Badalona viene de antiguo. Gregorio, que levantó la persiana hace nada más y nada menos que 53 años, patrocinó con el nombre del local, Lafuente, un equipo de baloncesto de Sant Adrià. Primero fueron los forofos del basket y poco a poco familias enteras que peregrinab­an hasta el bar que ahora regenta el hijo de Gregorio, Jordi, con el nieto, Victor, que a sus 26 años y con la carrera de Derecho en el bolsillo, ha decidido que seguirá entre tapas y raciones con el negocio de la familia.

Otra familia, la Moreno, los padres, la hija, el marido de esta y los tres pequeños del matrimonio, vive al completo en Sant Adrià. Concretame­nte en los primeros bloques de la Gran Vía de les Corts Catalanes que se ven desde la mesa que todos ocupan en la terraza del restaurant­e Lafuente en la que ayer se reunieron por primera vez para comer en tres meses. Son las tres y media, están a punto de pedir el café y aún hay bravas con mayonesa en la mesa. “Vamos a reventar, hemos pedido más con las ganas que con el hambre”, reconoce la hija.

Esas calles son los escenarios en los que se mueven. Nunca han tenido conciencia de atravesar una frontera entre las dos ciudades. El abuelo añade. “Todo esto que ves a un lado y otro de la Gran Vía es lo mismo: El Barrio. Puedes saltar de Barcelona a Sant Adrià sin enterarte cuenta varias veces al día”. Incluso estos últimos días que no se podía. “Tienes la farmacia a un lado y la panadería en otro”.

Las placas de las calles marcan la diferencia. Lo más sencillo en estos lares para saber en qué ciudad estás es buscar en lo alto de las paredes de las esquinas de las calles que hacen esquina. Si el cartel es rojo, es Sant Adrià, mientras que las de mármol blanco continúan siendo las de Barcelona.

Otra familia, ellas con las caras cubiertas y él con la mascarilla en una mano el hombre y la correa que sujeta Toby en la otra, cruza un paso de peatones de Sant Adrià en busca del coche que estacionar­on en Barcelona. Son de Bon Pastor y es la primera vez en todo este tiempo que atraviesan la frontera sanitaria para visitar a los padres del hombre. Amparo y Manolo viven cada uno en un piso de Sant Adrià. La mujer en el número 10 de la Gran Vía y el hombre en un edificio justo al lado. Durante todo este tiempo han cumplido a rajatablas las normas de confinamie­nto y no los han visitado. “Como a todos, nos ha costado cumplir la norma, porque si mi madre hubiera vivido un par de bloques más en dirección al Llobregat la podría haber visitado. En cambio donde está, hasta hoy no la he podido ver”, explica Carlos. El hombre reconoce que más de una vez pensó en cruzar corriendo hasta llegar a la portería. Pero Ana y Eva, su mujer y su hija, le riñen por pensarlo y le felicitan por no haberlo hecho.

En las playas del Maresme no se notó especialme­nte una incremento en la afluencia de visitantes procedente­s de Barcelona. Una retención atribuible a la confusión que genera el hecho de que media comarca está dividida. Mientras que de Canet de Mar hasta Santa Susanna ya han entrado en la fase 2, desde Arenys hasta Barcelona están aún en la fase 1 y se prohíbe meterse en el agua para bañarse. Los responsabl­es de los distintos municipios aseguran que sí se ha dejado notar una mayor presencia de vecinos en las segundas residencia­s, pero sin atreverse todavía a dejarse ver por las playas.

Las mesas de la terraza del bar Lafuente están en Barcelona y miran hacia Sant Adrià

La confusión frena la llegada de barcelones­es a las playas del Maresme

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