El último jeroglífico no tiene respuesta
NÉSTOR MACIÀ I FONTANILLES (1961-2020)
Ilustrador, grafista, creador de crucigramas
Ha tenido la muerte que todos soñaríamos, pero medio siglo antes de hora. Néstor Macià i Fontanilles murió el viernes repentinamente mientras dormía. Tenía 58 años. Lo recordaré siempre soñando con un lápiz en la mano, llenando primero cuadernos y después pantallas. Cuando lo conocí no teníamos veinte años. Néstor era un clon de Pere Tàpies. Se sabía todas las canciones, lucía la boina clásica del músico vilanovés y pintaba todos los papeles que encontraba con unos dibujos que parecían salidos de El Jueves. Tenía un
Dyane 6, al que llamaba Odisseus. Era un espíritu libre, creativo hasta la médula, con quien enseguida empezamos a colaborar en mil y un proyectos, especialmente en los doce números de la primera revista de crucigramas en catalán que llegó a los quioscos: ...més (1985-86). Allí, aparte de diseñarla y maquetarla a la vieja usanza, aprendió a hacer jeroglíficos, un género enigmístico nacido en los carnavales medievales de Amiens, en la Picardia, que mezcla las habilidades lingüísticas con las pictóricas.
Estas dos destrezas siempre lo acompañaron. Autor del celebrado cómic Bernat Corremón a la Matarranya
(1989 y reeditado en el 2015), Néstor había formado parte del equipo de dibujantes que elaboraba la sección El Burladero que coordinaba Jaume Collell en las páginas salmón de La Vanguardia y después siguió en contacto con el gremio de caricaturistas a través de La Web Negra y la Associació Els 4 Gags. Al mismo tiempo, publicaba jeroglíficos y otros juegos gráficos en Lecturas y otras publicaciones a través de la productora Olissip, de nuestros amigos comunes Miquel Sesé y Anna Genís. Desde el 2014 publicaba dos jeroglíficos diarios en La Vanguardia, uno para cada versión lingüística del diario. Eso había hecho que en el gremio de los crucigramistas lo adoptáramos como criptógrafo de referencia y cada mes de noviembre participaba con sus jeroglíficos en el torneo de Crucigramas que celebramos en el Festival Dau Barcelona de juegos.
Néstor era un hombre tímido, que habría podido figurar en todos los nombramientos de actores de reparto. Un jugador de equipo que practicaba deportes individuales. Cuando una idea le iluminaba la mirada tardaba unos segundos en verbalizarla, como si desconfiara del ramalazo. En aquel instante de reflexión y de duda se concentraba la grandeza de su ingenio. Cuando hacíamos la revista ...més teníamos un bar de cabecera al lado de cada proveedor (fotolitos, imprenta, distribuidora). Aquellos locales eran nuestro despacho y nuestra escuela. Siempre decía que le gustaban los jeroglíficos porque antes de dibujarlo había que saber la respuesta. Nadie podrá descifrar el jeroglífico que soñó el viernes.