“Necesitamos la imagen de un futuro al que queramos ir”
Durante el confinamiento, a muchos nos ha fascinado el aparente regreso de la fauna silvestre a nuestras ciudades y barrios. ¿No podemos convivir? Debemos preguntarnos qué hará falta para que nuestra especie actúe ante la alteración del clima, el colapso de la biodiversidad y las actuales pandemias relacionadas con nuestro modo de tratar a los animales.
Parece que los datos y la lógica no bastan. Necesitamos un amor feroz, un profundo apego emocional a la naturaleza que nos rodea y una esperanza imaginativa para describir un futuro digno de ser creado.
Menos y más
Para mucha gente, tal vez para la mayoría, pensar en el futuro evoca imágenes de Blade runner o Mad Max, una distopía postapocalíptica despojada de la naturaleza, y los seres humanos de su humanidad. Esta es una fijación peligrosa. Necesitamos la imagen de un futuro al que queramos ir para poder dirigirnos hacia él.
El anhelo de naturaleza está.
Vemos esta emoción en el acelerado interés en el diseño arquitectónico y urbano biofílico, que incorpora elementos naturales en el lugar de
Blade runner
Avatar.
trabajo (donde mejora la productividad de los empleados y reduce los días de baja), y en los colegios, hospitales y hogares, cada vez más conscientes de la necesidad de naturaleza.
Usted definió el trastorno por déficit de naturaleza hace 15 años, ¿sigue ahí?
Sí, pero las investigaciones se han multiplicado, ya no hay duda de que las experiencias en la naturaleza ofrecen grandes beneficios para la salud física y psicológica, y mayor capacidad para aprender, hemos comprobado que mejora el rendimiento académico.
¿Y la compañía de animales nos mejora? Recientes investigaciones demuestran que en los parques y vecindarios urbanos, cuanto mayor es la biodiversidad, mayor es la salud psicológica de las personas y mejor se tratan entre sí.
¿Grillos, ranas, perros, gatos, pájaros...? Los niños que pasan más tiempo en la naturaleza y con animales no humanos desarrollan un sentido de la empatía más agudo que les acompaña toda la vida. Como especie, por lo general las cosas nos van mejor cuando estamos en parentesco con especies que no son la nuestra. ¿Por qué no pensamos en las ciudades como motores de la biodiversidad y la salud humana?
¿La conservación ya no es suficiente?