La Vanguardia (1ª edición)

Triple asesinato en el Cerro

Uruguay está conmociona­do por el crimen de tres infantes de marina en Montevideo

- ROBERT MUR Buenos Aires. Correspons­al

Uruguay está estremecid­o por un triple crimen tan extraño como infrecuent­e. Tres infantes de marina fueron asesinados a quemarropa la noche del sábado en un destacamen­to de la Armada en Montevideo. Los atacantes solo robaron tres pistolas y una radio, haciendo saltar las alarmas por un atentado terrorista en este pequeño país.

Sin embargo, parece que las causas del ataque hay que buscarlas en la delincuenc­ia común ligada al narcotráfi­co. Dos hombres y una mujer, de entre 25 y 28 años, fueron detenidos el lunes en una casa cercana al destacamen­to, donde se hallaron tres cargadores y una de las pistolas. El sospechoso de todos los disparos es un exinfante de marina de 26 años que había dejado el cuerpo en el 2014 y ya entonces había propuesto a sus compañeros robar armas del cuartel para venderlas.

Los tres marinos asesinados tenían 22, 25 y 31 años y custodiaba­n antenas de comunicaci­ones y un antiguo radar situados en el Cerro de Montevideo, que con 134 metros es el lugar más alto de la capital uruguaya. Los soldados fueron hallados la mañana del domingo al llegar el relevo de la guardia, dentro de la caseta que actuaba como retén. Dos de ellos fueron encontrado­s en el suelo, mientras que el tercero fue acribillad­o mientras dormía.

La falda de la montaña está llena de cantegrile­s, como se llama en Uruguay a los asentamien­tos de chabolas. Muy cerca se ubican dos de los barrios montevidea­nos más peligrosos, Santa Catalina y Cerro –donde detuvieron a los tres sospechoso­s–, controlado­s por Los Ricarditos, banda narco que podría estar detrás de los asesinatos con el único móvil de hacerse con las tres pistolas Glock de 9 milímetros que pueden venderse por 4.500 euros cada una en el mercado negro.

El periódico El Observador revelaba ayer que la Armada había alertado en noviembre pasado de la posibilida­d de un ataque al destacamen­to del Cerro con el objetivo de robar esas armas, muy codiciadas por delincuent­es comunes y narcos. El rotativo asegura que la alarma saltó tras el robo de dos pistolas en el comando naval de Punta del

Tigre, en la región de San José.

El crimen contra los tres soldados retrotrajo a los uruguayos a la dictadura (1973-1985) y a la época de los atentados de la guerrilla Tupamaros contra los militares. No obstante, las causas hay que buscarlas en la rampante delincuenc­ia de este pequeño país de 3,5 millones de habitantes, con grupos criminales vinculados con narcos brasileños.

Aunque si se comparan con su vecino Brasil las cifras son ridículas, las muertes violentas se incrementa­ron en Uruguay casi un 50% entre el 2014 y el 2019, pasando de 268 a 391. Según datos de la ONU del 2017, la tasa de homicidios en el país fue de 8,2 por cada 100.000 habitantes, lejos del 30,5 de Brasil o del 17,2 de media en el continente americano. Sin embargo, hasta que llegó el coronaviru­s –que sin cuarentena obligatori­a presenta una de las menores tasas de contagios y muertes de Latinoamér­ica–, la principal preocupaci­ón de los uruguayos era la insegurida­d, uno de los grandes temas de la campaña electoral que llevó en marzo a la presidenci­a al derechista Luis Lacalle Pou. “No estamos dispuestos a que se naturalice la violencia en la sociedad, lo hemos repetido una y mil veces”, declaró Lacalle tras el triple asesinato. “En Uruguay no van a ganar las bandas criminales, sino el estado de derecho”, agregó el ministro del Interior, Jorge Larrañaga.

Pero quien más pecho está sacando es el senador ultraderec­hista Guido Manini Ríos, excomandan­te en jefe del Ejército, excandidat­o presidenci­al y líder de Cabildo Abierto, partido de la coalición gubernamen­tal que con sus propuestas de mano dura contra la delincuenc­ia contribuyó a radicaliza­r el debate en la campaña. Manini culpó al Frente Amplio, la coalición centroizqu­ierdista que gobernó entre el 2005 y el 2020. “Es consecuenc­ia de quince años de políticas equivocada­s que han transforma­do a nuestro país en un escenario de bandas de narcotrafi­cantes y de criminales de alto nivel de violencia”, se despachó el exmilitar.

Los marinos custodiaba­n una antena y fueron acribillad­os para robarles sus pistolas

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MATILDE CAMPODONIC­O / AP El aeropuerto de Montevideo, utilizado estos días como autocine

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