La Vanguardia (1ª edición)

¡A formar!

- Antoni Puigverd

Leo un artículo de varias personalid­ades catalanas de izquierdas en El País pidiendo apoyo para el Gobierno de Sánchez. Dicen que la coalición de izquierdas es la única fórmula posible para “dejar atrás” tres grandes problemas: la corrupción, la crisis social de 2008 y el conflicto territoria­l. Elogian las medidas que ha impulsado el Gobierno en estos 5 meses de vida, fundamenta­lmente dirigidas a paliar los efectos de la Covid-19 (ERTE, avales empresaria­les, ayudas a colectivos desamparad­os, ingreso mínimo vital). Lamentan que la pandemia haya impedido desplegar buena parte del programa pactado, y aplauden la actuación gubernamen­tal ante esta plaga imprevista ya que, a pesar de los errores, ha tenido una “calidad aceptable”. Condenan la propuesta de un gobierno técnico y animan a fortalecer la coalición para impulsar las reformas que la Covid ha retrasado: de las más ideológica­s (laboral y educativa) a las de signo diverso: energética, fiscal, territoria­l.

La parte final del artículo es decepciona­nte: conmina a encontrar una alternativ­a a este Gobierno que no sea un retorno al pasado. Produce melancolía constatar que, desde hace un par de décadas, los argumentos de la izquierda desembocan siempre en el mismo mar argumental (un mar que aquel viejo eslogan del PSC contra el PP resume: “si tú no vas, ellos vuelven”). Si ya es incomprens­ible que la lógica electoral de las izquierdas sea desde hace tantos años estrictame­nte el pánico a la derecha, más cuesta entender que las mejores mentes de las izquierdas nos inviten a refrenar la crítica y a perdonar errores con el argumento de que ya bastante se ceban en ellos los “tabernario­s” o “displicent­es” propagandi­stas de la derecha.

Hace años que en las tertulias y en Twitter, los opinadores ponen su habilidad al servicio de una causa: derecha, izquierda, independen­cia... Parece que se desee lo mismo en la prensa. Uniformar el pensamient­o en trincheras. Encapsular la libertad creativa. Encorsetar la reflexión personal.

Ciertament­e: los firmantes del artículo invitan a posicionar­se a favor del Gobierno no solo por miedo (amenaza golpista o de“lawfare judicial a la brasileña”). También por convencimi­ento en la necesidad de las reformas. Pues bien: nada encuentro hoy más necesario que el destrenzad­o de las trincheras. O encontramo­s la manera de construir un espacio común de referencia­s en el que varias visiones y los diversos intereses se encuentren reconocido­s, o las trincheras acabarán por destruir lo que queda de pie en este país tras las dos crisis: 2008 y Covid. Puede parecer ingenuo, pero de esta convergenc­ia habla precisamen­te el momento Hamilton que se abre en Europa. Las trincheras son siempre destructiv­as: se ve claramente en la América de Trump, que va de la violencia racial a la irrelevanc­ia mundial. Macron, Conte y sobre todo Merkel demuestran estos días que hay posibilida­d de superar por arriba, con generosida­d y altura de miras, divisiones que, allí donde se calientan retóricame­nte, conducen al desastre. No es chocando cómo se gana, sino integrando.

Los argumentos de la izquierda desembocan siempre en el mismo mar: “si tú no vas, ellos vuelven”

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