La ciudad jubilará por fin el ‘Fum fum’ de la Gran Via
la cultura mediterránea y que empleen “motivos modernos, abstractos o figurativos”, más centrados en la calidad estética que en la simbología.
Los dichosos Fum fum y Nyam nyam ya suma seis años repitiéndose en la Gran Via. Hasta los niños están hartos de verlo. La idea es que las luces de las calles sorprendan de veras a propios y a extraños y dejen de rememorar de un modo un tanto lastimoso series de televisión sobre la vida cotidiana de otras décadas. Una de las más claras determinaciones de los concejales socialistas del ejecutivo de la alcaldesa Colau de cara a este mandato era y es poner fin al triste y apagado aspecto de la ciudad en tan señaladas fiestas. A los comunes aún les cuesta hacer de tripas corazón invitar a la ciudadanía a consumir, pero poco a poco se van abriendo a otros planteamientos. Los primeros cambios no tuvieron lugar las pasadas fiestas porque los contratos públicos que requieren son tan complejos que al Ayuntamiento no le dio tiempo a tramitarlos.
“Queremos que Barcelona vuelva a brillar y de este modo contribuir a la reactivación de su comercio –dice la concejal de Comercio, la socialista Montserrat Ballarín–. Ya estaba entre nuestros objetivos mejorar la iluminación navideña, pero las circustancias están haciendo que esta voluntad sea más importante que nunca. Estamos convencidos de que el nuevo alumbrado no animará únicamente a los barceloneses a visitar sus ejes comerciales, también atraerá a muchos vecinos del área metropolitana y del resto de Catalunya. Y esperamos que un año después convenza a muchos visitantes extranjeros, que en el 2021 ayude a culminar la recuperación turística de la ciudad. Además, creo que todos necesitamos un poco de espíritu navideño. Las reuniones familiares, los reencuentros y también la ausencias serán muy significativas las próximas navidades. Todo será muy especial”.
El Ayuntamiento no quiere liquidar de un plumazo el sistema de cofinanciación vigente desde los tiempos del alcalde Hereu. Es verdad que los nuevos modos abiertos al patrocinio privado están facilitando que los centros urbanos de muchas poblaciones presenten espectáculos hollywoodienses, pero también es cierto que ninguna de ellas mima tanto el comercio de proximidad como lo hace Barcelona, ilumina tantos barrios y zonas periféricas. Las asociaciones de comerciantes continuarán pagando la mitad de los costes del alumbrado de sus calles, pero todas aquellas que deciden sumarse a la iniciativa municipal el Ayuntamiento pasará responsabilizará de la instalación de los adornos.
De este modo la ciudad podrá librarse de la ya conocida como la maldición de la Diagonal. Hace dos años la avenida se quedó sin luces en el último momento porque la empresa encargada de la instalación quebró, y el año pasado buena parte de los adornos se quedaron en un almacén por cuestiones similares. Así que no es de extrañar que la mitad de las asociaciones que el año pasado pidieron subvenciones al Ayuntamiento para iluminar sus calles ya se hayan acogido a este nuevo sistema de gestión (aún más) compartida, caso de los comerciantes del Clot, Horta, Poblenou... y también del Born, el Gòtic, Gràcia... Otras muchas también están interesadas, pero ya se comprometieron con otros proveedores.
“Todos necesitamos un poco de espíritu navideño –dice la edil de Comercio–, serán unas fiestas especiales”