La Vanguardia (1ª edición)

La Academia pone coto a los discursos en los premios Goya

- CINE F. García

Cuando escribo un libro en el que también habita la ficción me limito a escribir lo que me apetece. Escribo porque me gusta escribir, no para evitar la visita del psiquiatra. Siento mucho respeto por mis lectoras y lectores y, en cuanto al género, lo mejor de algunas novelas tiene su origen en una noticia. Y, desde luego, nunca me he autocensur­ado. Sé muy bien lo que es el ninguneo.

“Siento Mallorca”, dice usted. El aroma a bergamota, el sabor a

ya las canciones de

frit

porcella,

Solo soy feliz en Roma y en Mallorca. Debe tratarse de algo solar, telúrico. No sé las razones, pero sí que cuando llego a Roma o a Mallorca soy feliz, algo que para mí siempre se ha reducido a hablar, a escuchar a los amigos alrededor de una mesa presidida por un porrón.

¿Cómo resumiría la atmósfera de aquel paraíso?

Los años en que viví en el barrio mallorquín del Terreno siempre los asocio con la libertad, no con mi juventud. Aquella geografía de calles empinadas conducía a la plaza Gomila y entonces todo el mundo iba a ella. Hablo de músicos internacio­nales, de actores, actrices y novelistas. Puedo decir que yo he visto el mundo sentado en una de las terrazas de los bares de Gomila.

De aquellos personajes reales ¿cuál le impresionó más?

Sin duda la protagonis­ta principal, doña Camila, inspirada en una inolvidabl­e burguesa nacida en Puerto Rico y en una amiga y escritora italiana. Pero tan importante como ella lo han sido algunos de mis amigos campesinos y pescadores mallorquin­es.

Por las tertulias de esa casa del Terreno se evoca a Leonard Cohen, Brassens, Baez, Dylan,

¿Qué virtudes debería tener un buen novelista?

Debería tener una buena historia y saber contarla sin la ayuda de su editor o editora, es decir, que siempre es aconsejabl­e que sea también periodista. Y, desde luego, mejor que lo deje si está obsesionad­o con alcanzar la fama intelectua­l.

¿Y un buen columnista?

Creo que es aquel que aborda un solo tema, que debe ser irónico, tierno o demoledor. Sin libertad mental no hay columnista. Y, por supuesto, ha de saber manejar el lenguaje. Y no obsesionar­se con los nuevos inquisidor­es.

“El whisky no es una bebida sino un género literario” es una de las máximas del libro. ¿La suscribe su autor?

Estoy convencido que el whisky, como el gato, si se saben manejar bien, son géneros literarios. Como el vino. Y, como género literario, yo prefiero el vino. El género del whisky es casi siempre el mismo whisky.

Las últimas galas de los Goya venían durando tres horas o más. A menudo, los galardonad­os se alargaban lo indecible al agradecer el premio urbi et orbi y dedicarlo a fulanito y menganito. Para poner coto a tal efusión, la Academia de Cine ha decidido que, en las categorías colectivas –las de mejor película en sus distintas modalidade­s–, solo una persona podrá hablar en nombre de todos aunque al escenario suban varias. Además, y en razón de la pandemia, se admitirán filmes estrenados online /

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ÀLEX GARCIA moda, las casas señoriales de color ocre, catedral de Palma, plaza Gomila, Castell de Bellver…

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