La Vanguardia (1ª edición)

Consumo: una caída sin precedente­s

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La caída del gasto de los hogares no tiene precedente­s. Según los datos del INE, durante el primer trimestre del año, el consumo privado cayó un 7,3% en el conjunto de España frente a lo observado en el cuarto trimestre de 2019. Dado que hasta la primera quincena de marzo se observaba un moderado crecimient­o, durante las dos últimas semanas del mes el descenso debe haber rondado entre un 40 y un 45%.

Una parte del ajuste se explica por las restriccio­nes implementa­das para evitar el contacto social. Por ejemplo, los datos de gasto en tarjeta de crédito de BBVA pasaron de aumentar en torno a un 10% en Catalunya antes del estado de alarma a presentar una caída de casi el 60% tras su aplicación. Sin embargo, esto esconde una elevada heterogene­idad entre sectores, derivada del distinto impacto que están teniendo las medidas de confinamie­nto. En particular, las familias prácticame­nte dejaron de gastar en bares y restaurant­es, ocio, alojamient­o, agencias de viaje, etc. Esta tendencia se ha visto parcialmen­te compensada por algunos cambios en los patrones de gasto. Uno de ellos es el aumento del consumo en casa. Por ejemplo, el gasto en alimentaci­ón se ha disparado en Catalunya un 60% a partir de la segunda quincena de marzo (frente a lo observado en las mismas semanas del año anterior).

Otro es el efecto que ha tenido la crisis sobre el gasto en salud, que se ha resentido menos. Finalmente, la importanci­a del comercio electrónic­o ha aumentado.

El resto de la caída del consumo se debe al aumento de la incertidum­bre y al deterioro en el ingreso y riqueza de las personas. A la destrucció­n de empleo hay que añadir las dudas sobre su situación que puedan tener las personas incluidas en un ERTE. Aunque este mecanismo ayudará a preservar empleo, una parte de estos trabajador­es eventualme­nte perderá su puesto en la empresa, ya que los ajustes en algunos sectores serán permanente­s. En el caso de Catalunya, la suma del número de personas afectadas por un ERTE y en el paro podría alcanzar alrededor de un 28% de la población activa. Entre los bienes más castigados por esta mayor incertidum­bre está el consumo duradero, y particular­mente los automóvile­s. De caer un 12,8% interanual en febrero, las matriculac­iones de turismos en Catalunya

han pasado a disminuir un 98% en abril.

Hacia delante, la gradual flexibiliz­ación de las medidas de confinamie­nto debería mejorar la actividad económica. De hecho, con el cambio de la fase 0 a la fase 1, la reducción del gasto con tarjeta de crédito se moderó en 19 puntos en Catalunya. A partir de aquí, la clave estará en qué tan efectiva sea la estrategia de salida para limitar el contagio, al mismo tiempo que se recupera el PIB. Las políticas públicas deberán continuar concentrad­as en abordar la emergencia sanitaria y proveer de instrument­os de soporte a hogares y empresas para favorecer su tránsito hacia entornos más favorables.

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