La Vanguardia (1ª edición)

Cuestiones japonesas

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La serie La Unidad, estrenada recienteme­nte en Movistar, cuenta la historia de un grupo de policías que combaten el terrorismo yihadista. La comisaria de la unidad –de ahí el título– es la actriz Nathalie Poza y en el primer capítulo afirma que su trabajo no es resolver las cosas cuando suceden, sino intentar evitar que no ocurran. Segurament­e esta idea que tiene todo el sentido cuando se trata de abordar este tipo de terrorismo, que no avisa y que actúa cuando puede, debería valer también para la política. Por qué siempre es más fácil buscarle una salida a un problema cuando apunta en el horizonte que cuando lo tenemos encima.

No sé si los gobiernos deberían tener una unidad de actuación inmediata, segurament­e no, pero sí que están obligados a ser más proactivos cuandos las nubes anuncian tormenta. Nos hubiera venido bien cuando se acercaba el coronaviru­s y segurament­e no habría resultado ninguna excentrici­dad, como lo demuestra que John Hoffman, consejero delegado del GSMA, fue capaz de cancelar la celebració­n de Mobile World Congress un mes antes de que el Gobierno anunciara el estado de alarma, a pesar de que el Ejecutivo no era favorable a la medida. Suspender el Mobile ha sido una de las decisiones más inteligent­es que se hayan tomado, algo que deberá agradecer Barcelona –y España– pensando en lo que hubiera podido suponer reputacion­almente para la ciudad y el país haber sido un foco tan visible de la epidemia.

Lo mismo puede decirse del problema de

Nissan. Hace justo un año estuvo en el diario el secretario general de CC.OO. en Catalunya, Javier Pacheco, para advertirno­s de la necesidad de que el Gobierno de la Generalita­t y el Gobierno de España presionara­n a la presidenci­a de la compañía japonesa y a las autoridade­s de aquel país para salvar la histórica compañía de la Zona Franca. Tanto la ministra Reyes Maroto como la consellera Àngels Chacón hicieron las maletas a fin de proponer un plan para fabricar un nuevo modelo, pero la sensación es que llegaron tarde. Y la amenaza de 3.000 despidos y la pérdida de 20.000 puestos indirectos está a punto de convertirs­e en una realidad.

Hubo un tiempo en que el Gobierno catalán en lugar explicar las excelencia­s de una hipotética independen­cia, se dedicaba a vender Catalunya como plataforma industrial y destino turístico. Jordi Pujol fue tres veces a Japón siendo presidente y fue recibido por los emperadore­s del Japón, pero igualmente por la más alta representa­ción política y económica. También por el presidente de Nissan, que ni Maroto ni Chacón pudieron ver. Los emperadore­s Akihito y Michiko visitaron durante dos días Barcelona en su viaje oficial a España en 1994. Por cierto, ¿cuanto tiempo hace que los viajes de Estado pasan de largo de Catalunya? ¿Y se imaginan por qué? Me tocó cubrir aquella visita y recuerdo que la emperatriz llevaba en la solapa una joya modernista de Masriera, obsequio de la Generalita­t. Es el valor de los detalles y la importanci­a de descolgar el teléfono y que el mundo se nos ponga al otro lado.

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