La Vanguardia (1ª edición)

Multas y coherencia

- Enric Sierra

El 4 de abril, cuando se cumplían las tres primeras semanas del estado de alarma, el presidente Quim Torra envió una carta a los alcaldes catalanes agradecien­do el esfuerzo que realizaban para luchar contra la pandemia. Torra se comprometí­a en aquella carta “a ser capaces de asegurar que los Ayuntamien­tos dispongan de suficienci­a económica para afrontar la demanda –de ayudas sociales y económicas– en un contexto en el que también han bajado sus ingresos por la vía fiscal”. El presidente también reclamaba al Gobierno que permitiera a los consistori­os gastar los miles de millones que tienen ahorrados en el banco y que una ley injusta les impide tocarlos.

Solo dos meses más tarde de esa alentadora carta, Torra firmaba un decreto ley por el que la Generalita­t se quedaba con el dinero de las miles de multas que las policías locales habían impuesto por incumplir el confinamie­nto. Es decir, las magras arcas municipale­s han asumido el coste de los policías, pero la Generalita­t se queda con la recaudació­n de las denuncias en un ejercicio insolidari­o y alejado de la carta que el presidente envió a los alcaldes 60 días antes. ¿No hubiera sido mucho más coherente con la mencionada misiva dejar a los ayuntamien­tos que cobraran las multas y dedicaran ese dinero a la lucha contra la coronacris­is? Desgraciad­amente, la coherencia es un concepto muy escaso en la política.

Los alcaldes han acogido con un evidente

La Moncloa debate si dar permiso solo a Madrid y Barcelona para aumentar el gasto ante la coronacris­is

malestar la decisión de la Generalita­t que no afecta a Barcelona, porque la capital catalana dispone de un régimen especial gracias a la Carta Municipal que le permite recaudar esas multas.

Mientras esto sucede, en la Moncloa se debate cómo abrir a los ayuntamien­tos la mencionada caja de sus ahorros para que afronten la crisis. El Gobierno quiere ser prudente y limitará ese gasto para evitar una regañina de la UE. Pero también debe dar una respuesta a la unánime reivindica­ción del mundo local. De momento, se ha permitido que utilicen hasta un 20% del dinero que tienen en el banco mientras el Ministerio de Hacienda busca fórmulas para subir ese porcentaje. Parece descartado que los ayuntamien­tos puedan usar todo su capital y las opciones que estudia la ministra Montero tienen aristas peligrosas. Una opción pasa porque solo se permita aumentar el gasto a Madrid y Barcelona debido a que disponen de Carta Municipal y ese régimen especial facilitarí­a una salida. Pero si el Gobierno tomara ese camino, el resto de ayuntamien­tos le saltarían a la yugular.

Otra fórmula que se analiza es ampliar el permiso de gasto solo a las grandes ciudades. O bien, permitir mayor inversión únicamente a los consistori­os que han logrado rebajar su deuda ostensible­mente, por debajo del 30% o 20%, por ejemplo. De esta forma, se premiaría a los Ayuntamien­tos que han hecho bien los deberes. No obstante, esa lista fría podría perjudicar a municipios altamente endeudados y a la vez muy afectados por la pandemia. Políticos y expertos siguen debatiendo, pero no deberían demorarse porque la crisis apremia.

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