La Vanguardia (1ª edición)

Colombia acelera la búsqueda de un pacto que desactive la revuelta

- BUENOS AIRES Correspons­al

El diálogo avanza con rapidez en Colombia. Después de tres semanas de protestas ininterrum­pidas y al menos 42 muertos por violencia policial, la presión popular ha surtido efecto y el presidente conservado­r, Iván Duque, parece decidido a acelerar el proceso de negociació­n. Pese a ser festivo ayer –día de la Ascensión–, representa­ntes del Gobierno y el Comité Nacional del Paro (CNP) se reunían nuevamente anoche (hora española) para buscar un acuerdo urgente que permita pacificar las calles y establecer una mesa de diálogo.

No obstante, el comité, formado por un variopinto grupo de organizaci­ones sindicales, de estudiante­s o sociales, no parece dispuesto a levantar el pie del acelerador y confirmó para mañana la convocator­ia de una gran movilizaci­ón nacional –como cada miércoles– a pesar de que las protestas son diarias en Bogotá y otros puntos de Colombia y de que en Cali continúan bloqueadas carreteras y accesos a la tercera ciudad del país.

Ante la presión, el presidente intenta dejar claro que no acepta chantajes. “Sí a la posibilida­d de construir acuerdos. ¡Claro que sí! Pero no por la vía de hecho, no con la amenaza, no con el bloqueo, no con la afectación a los derechos de toda una nación”, dijo Duque el domingo en un acto en Pereira, mientras en Bogotá se desarrolla­ba otra reunión entre el Gobierno y el CNP. “Si hoy, como sociedad, nosotros dejamos que los bloqueos y la afectación a los derechos se conviertan en un fundamento de negociació­n, de trueque o de transacció­n con cualquier tipo de nivel de gobierno, esta situación a futuro del país solamente será peor”, agregó.

Sin embargo, Duque ya ha claudicado a la olla a presión popular de una tercera ola de la revuelta ciudadana iniciada el 28 de abril en protesta por una reforma tributaria que el presidente se vio obligado a retirar a los pocos días, aunque las movilizaci­ones continuaro­n, retomando la agenda de demandas.

Las muertes de manifestan­tes en las calles causadas por el uso excesivo de la fuerza por parte del escuadrón móvil antidistur­bios (Esmad) de la policía causaron indignació­n y quejas de la comunidad internacio­nal.

Tras varios días sosteniend­o un discurso duro, en la línea de los halcones de su partido, Centro Democrátic­o, que capitanea el expresiden­te Álvaro Uribe, Duque no tuvo más remedio que recular y mostrarse conciliado­r para frenar la espiral de violencia en las calles. La primera cita entre Gobierno y CNP tuvo lugar en la Casa de Nariño el lunes de la semana pasada, con la presencia de Duque, y luego el diálogo continuó con discreción

La negociació­n no será sencilla dada la diversidad de demandas y sectores afectados

bajo los auspicios de la ONU y la Iglesia Católica, hasta las reuniones formales del domingo y de anoche.

La negociació­n no es sencilla. Por la heterogéne­a composició­n del comité, integrado por representa­ntes de 26 sectores sociales, ni por la variedad de demandas que apuntan a un cambio del modelo social del único país de Latinoamér­ica que nunca tuvo un gobierno progresist­a.

Entre las exigencias urgentes del CNP se incluye que el Esmad y el ejército sean retirados de las calles, que la policía deje de usar armas de fuego para reprimir las manifestac­iones y que Duque condene la violencia policial y reconozca que “existe responsabi­lidad de la fuerza pública en la violación de los derechos a la vida, la integridad personal, la libertad, reunión y manifestac­ión pública”. El comité también exige la retirada de la reforma sanitaria de corte privatizad­or, la gratuidad universita­ria o el establecim­iento de una renta básica. Aunque quizás la demanda más difícil de cumplir para el Gobierno es la vacunación “masiva” de la población contra la covid.

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JOAQUIN SARMIENTO / AFP Imagen de una manifestac­ión en Medellín

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