Corazones en control remoto
La vigilancia telemática de marcapasos y desfibriladores en el hospital de Sant Pau detecta problemas inadvertidos
Cada mañana las enfermeras de referencia controlan los marcapasos y desfibriladores programados para ese día en cardiología del hospital de Sant Pau. Vigilancia normal. Pero también reciben las alertas. Cada vez más sofisticadas. Si el aparato ha tenido fallos, si hay incidencias en el ritmo, si hubo alguna descarga eléctrica que en cambio ha pasado inadvertida al propio portador, si la pila se está agotando, si hace demasiados días que su actividad física ha bajado...
El artilugio que se lleva insertado bajo la piel, junto a la clavícula o en el abdomen, según el tamaño y la marca, o simplemente es un aparatito del tamaño de un paracetamol anclado en su ventrículo izquierdo, se convierte en un chivato del bienestar del paciente. Desde lejos: Suiza o Baix Empordà, tanto da.
En la mesita de noche habrá un aparatito que capta las señales y las envía al ordenador del hospital y a las pantallas de Isabel Ramírez o Maite Bote, las dos enfermeras de referencia para estos más de 4.000 pacientes. Con quienes hablan del día a día de sus dispositivos, de cuándo acudir al hospital. Son también quienes les preparan, a ellos y a su familia, para aprender a manejar el emisor de señal.
“Se llama tranquilidad”, resume Jordi Casanova, experto en emitir todos los eventos de su desfibrilador enchufado a la red eléctrica y a la telefónica desde la mesita de noche desde hace años. De algunas