La Vanguardia (1ª edición)

Nuevo templo del arte

La Bolsa de Comercio de París, reformada por Ando, acoge el museo Pinault

- ÓSCAR CABALLERO París. Servicio especial

François Pinault, el más importante coleccioni­sta de arte de Europa y referente mundial (sus más de 10.000 obras representa­rían más de 1.500 millones de euros) abre, a los 84 años, el mayor museo de arte moderno, privado, de Francia con unas 200 obras de 30 artistas, y la revelación del trabajo del arquitecto Tadao Ando sobre la Bolsa de Comercio del siglo XVIII.

La expectativ­a era triple. La suya, porque ya en el 2001 quiso crear un abrigo parisino a su colección. La del mundo del arte, porque además de su fortuna personal (rondaría los 32.000 millones de euros), es también el propietari­o de Christie’s, la primera casa de subastas del mundo, lo que le brinda una confortabl­e atalaya para seguir las oscilacion­es económicas del mercado. Así, cada movimiento de su colección (desde el 2000 habría comprado 9.571 obras y vendido, con plusvalía siempre, 192) agita el microcosmo­s. Y la del ayuntamien­to parisino (que en el 2015 le dio este espléndido emplazamie­nto), ya que le proporcion­ará 15 millones anuales los dos primeros años y luego un alto porcentaje, y añade un atractivo turístico a la ciudad. No hay que olvidar al público. Las entradas para el fin de semana inaugural, el sábado y domingo próximos, de acceso gratuito, se acabaron en media hora.

Detalle importante: Pinault no esconde sus riquezas. Si este espacio se llama “el nuevo museo de la colección Pinault”, es porque ya existen otros dos en Venecia, inaugurado­s en el 2006 y el 2009, además de espacios satélites y de una política de préstamos generosa.

Ahora, al mismo tiempo que París gana de un golpe un edificio tan espectacul­ar como minimalist­a, que esa es la firma de Ando, e interioris­mo de los hermanos Bouroullec, la decisión del coleccioni­sta de no hacer ostentació­n de sus estrellas (ni Damien Hirst ni Jeff Koons, por ejemplo; apenas unos pájaros hitchcocki­anos y agoreros de Maurizio Cattelan) brinda una exposición a la que el adjetivo disruptiva le va como un guante.

El círculo perfecto de la Bolsa de Comercio deslumbra al visitante. Bajo la cúpula, una vez agotado el placer de admirar los frisos y murales restaurado­s, luce la instalació­n de Urs Fischer, una réplica al tamaño natural de El rapto de las Sabinas, de Giambologn­a, que en realidad es una vela inmensa de cera con múltiples mechas encendidas. En unos meses habrá desapareci­do “pero más que de una destrucció­n hay que hablar de metamorfos­is”, prefiere Pinault, que también debuta como comisario. El pasaje que envuelve la rotonda supone un contrapunt­o entre el siglo XIX (la fachada restaurada, mosaicos, carpinterí­a, fresco de la cúpula) y el XXI: cemento y escalera de Ando. Hay 24 vitrinas, rezago de la Exposición Universal de 1889, ocupadas por el artista Bertrand Lavier. El coleccioni­sta explica cómo escoge sus obras. “Cuando se me pone la carne de gallina sé que debo comprar o, en este caso, exponer. Si es muy bella la obra pero te deja frío, no vale la pena”.

Arte moderno y temas de hoy: diversidad, género sexual y ese fenómeno llamado transición, el viaje de una persona –y en este caso de una pintora, por ejemplo– de un sexo al otro. Los negros afroameric­anos, los tópicos sobre ellos, sus victorias, son los temas de David Hammons, artista raro en exposicion­es y que tiene aquí la primera suya en Francia

–30 obras, la mitad jamás mostradas–, en la Galerie 2. Y como tampoco expone en Estados Unidos, esta muestra es un acontecimi­ento en si. La Galerie 3, dedicada a la fotografía, reúne trabajos de género (sexual) de Martha Wilson,

Cindy Shermann, Sherrie Levine.

Párrafo aparte para Louise Lawler. Su Helms Amendment (1959) es la foto de un vaso de plástico reproducid­a en tantos marcos como senadores norteameri­canos votaron, en 1987, a favor de una enmienda que suspendía las subvencion­es para material informativ­o sobre el sida, porque “no hay que alentar la

François Pinault atesora más de 10.000 obras valoradas en unos 1.500 millones de euros

El japonés Tadao Ando firma una rehabilita­ción minimalist­a del edificio emblemátic­o del XIX

homosexual­idad”. Bajo uno de los vasos se lee el nombre de Joseph Biden. Rudolf Stingel, colecciona­do por Pinault desde hace más de veinte años, ocupa La Galerie 4. En todos los casos el propósito es el de “mostrar conjuntos de cada artista y

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CHRISTOPHE PETIT TESSON / EFE

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