La Vanguardia (1ª edición)

‘Dream team’ y ‘drama team’

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Hay quien dice que los periodista­s exageraron con la previa de la Champions ensalzando al Chelsea. Quien exageró realmente fue el Barça, que a los 35 segundos ya había anotado un gol y a los 20 minutos se puso 0-3 en el marcador. El Chelsea era el líder de la liga inglesa, por encima del City que tanto costó ganar, y siempre había marcado un gol en Europa. Fue arrollado por la ambición y la exigencia de unas jugadoras que pusieron siempre el espíritu colectivo del juego por encima de cualquier detalle. El mismo día que el dream team femenino tocó la gloria coincidió con la miseria y la dimisión del equipo masculino de una Liga que había tenido en la mano y lanzó miserablem­ente.

Hay diferencia­s. Sobre todo en el vestuario. La columna vertebral masculina de los pesos pesados ya lo ha ganado todo. La femenina lo quiere ganar todo. Hay un punto muy claro de ambición que se refleja en el fútbol que han ofrecido ambos conjuntos. La intensidad del primer equipo blaugrana de LaLiga va a ratos. El conjunto de la Iberdrola la pone desde el primer segundo hasta el último. La capacidad de compromiso solidario del bloque de Lluís Cortés es más alta que la de los de Koeman, o al menos, ha sido lo que se ha visto en los últimos partidos que han disputado. El vestuario del femenino respira frescura y chispa; el del masculino da la sensación de cansancio.

A pesar de que Koeman reprochara la falta de gol como uno de los problemas de esta campaña, donde realmente ha fallado el equipo blaugrana ha sido en su capacidad defensiva. La cifra

Las diferencia­s entre el equipo femenino y el masculino del Barça se han hecho muy evidentes esta temporada

de goles es alta esta temporada. Y la de ocasiones, también. El problema ha estado en la excesiva penalizaci­ón que ha sufrido en defensa. Por un lado, le han marcado casi cada vez que han disparado a puerta. Y no ha sido problema solo de Ter Stegen, ni mucho menos. Piqué y Lenglet también han salido en la foto, como todo el equipo, que debe defender mucho mejor una presión llevada a cabo sin constancia. El Barça ha padecido mucho más detrás este año que delante.

El femenino, sin embargo, ha aprendido a defender bien, a presionar y a controlar el partido desde la final de Budapest en el 2019 en la que perdió 4-1 frente al Lyon. Mantiene su capacidad ofensiva con un tridente mágico (Graham Hansen, Hermoso, Martens) pero ha sabido adecuarse a defenderse con balón y, sobre todo, sin él. Es cierto que la presión que existe en el masculino no se siente ni por asomo en el femenino, que puede vivir en paz, sin que entornos tóxicos lo desestabil­icen por intereses de poder. Y también que lo que genera uno y otro es aún muy diferente, pero un día el masculino fue como el femenino es hoy.

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