La Vanguardia (1ª edición)

Capital del poder... y del crimen

Washington D.C. registra su mayor cifra anual de homicidios en 18 años al llegar a la víctima de asesinato número 200

- I I Washington. Correspons­al

Los bares y restaurant­es de la animada avenida calle 14 del noroeste de Washington D.C. estaban a rebosar en la tarde del caluroso 22 de julio cuando la expatriada madrileña Manuela, recién llegada a la capital estadounid­ense, se disponía a cenar con un par de amigos en una de las terrazas de esa calle. A última hora, alguien propuso un cambio de planes y se fueron todos a la no menos alegre calle 17. Cuando estaban sentados, un compañero les llamó para contarles que acababa de haber un tiroteo en la 14. ¿Dónde? ¿A qué altura? Justo en la taquería mexicana donde ellos habían quedado en principio. El establecim­iento queda muy cerca del famoso restaurant­e Le Diplomat, donde el 31 de mayo anterior, día de los Caídos, habían cenado el presidente Joe Biden y la vicepresid­enta Kamila Harris. El incidente del 22 de julio acabó con dos personas heridas.

Unas semanas atrás, Manuela se había librado por los pelos de otro tiroteo en el que, dentro del mismo barrio, un hombre de 53 años murió al ser alcanzado por una bala perdida. Ella acababa de pasar por el lugar –la cale R junto a la 14– cuando todo ocurrió. Ese día hubo en la ciudad “varios tiroteos” con tres muertos, informó The Washington Post. Y, sólo seis días antes del suceso en la taquería, una pandilla de asesinos había matado desde su coche a la niña de 6 años Nyah Courtney cuando paseaba con sus padres y su hermana mayor por una calle del barrio Congress Heighs, en el peliagudo sudeste de D.C.

El hecho que Manuela se librara de dos tiroteos tan seguidos parece fortuito; un capricho del azar de improbable repetición. Ella no lo ve así. “Lo que pienso desde el segundo episodio, y sabiendo ya cómo es esta ciudad, es que aquí tarde o temprano te tocará vivir de cerca un atraco, o un intercambi­o de disparos o algún otro crimen. Y aunque una sepa por dónde puede ir y por dónde no debe andar, mi sensación es que el peligro está en cualquier sitio”.

Las cifras y los análisis de los expertos avalan la percepción general de Manuela aunque maticen su creencia de que, antes o después, todo residente en Washington vivirá de cerca un crimen. Según datos oficiales de las agencias gubernamen­tales y los institutos estadístic­os, el año pasado el Distrito de Columbia (D.C.) tuvo la tasa de delitos violentos más alta de EE.UU., por territorio­s estatales (D.C. no es un estado en sí), con 999.8 por cada 100.000 habitantes. Y su tasa de homicidios se situó en 24, también por cada 100.000 almas, lo que triplica el promedio nacional, de 7,8. Las posibilida­des de ser víctima de violencia criminal en esta ciudad de casi 700.000 residentes es de una entre algo más de 100.

Entre las 10 zonas más peligrosas

La proliferac­ión de las armas de fuego, la crisis de la pandemia y los recortes en la policía se citan como causas

de la urbe, la web del sistema ESTA de autorizaci­ón electrónic­a de viajes cita la de Downtown, un barrio pegado a la Casa Blanca.

En el ranking de ciudades estadounid­enses, Washington no es la más mortífera; el deshonroso título correspond­e a Sant Louis, Misuri, con 65,8 homicidios por cada 100.000 habitantes. Y por delante de la capital política, situada desde hace años entre las 15 primeras de la lista, también están la vecina Baltimore, así como Nueva Orleans o Kansas City. Sin embargo, la antes temible Nueva York lleva años fuera del top 50 de las metrópolis con más homicidios en relación a la población.

Washington registró el lunes su víctima de asesinato número 200 en el 2021. El fallecido se llamaba Dawann Saunders, tenía 30 años y murió de un disparo en una gasolinera del sudeste. Hacía 18 años que la capital no llegaba a esa cifra de homicidios en un año. Otras 29 ciudades importante­s de EE.UU. anotaron aumentos en el número de muertes violentas.

Los expertos mencionan diversas causas posibles de tal incremento. Todos aluden en primer lugar a la proliferac­ión de armas de fuego, con récord en su venta al por menor el año pasado. Los rifles y las pistolas están detrás del 77% de los asesinatos en EE.UU.

Otro detonante de la progresión puede haber sido la agitación social provocada por la pandemia y sus consecuenc­ias, entre ellas la crisis económica y la ruptura de unas redes de protección social de por sí precarias.

El sindicato de policía de D.C. culpa al reajuste en el cuerpo a raíz de los disturbios del 2020 tras el asesinato de George Floyd a manos de un agente, en Minneapoli­s. El recorte, defendido por los activistas que combaten los abusos policiales, incluyó una reducción de más de 200 efectivos a los que se sumaron otros tantos que precipitar­on su jubilación.

Tal vez matar es demasiado fácil en Washington D.C. En todo caso, cada vez es más frecuente.c

 ?? ANADOLU AGENCY / GETTY ?? Un manifestan­te que protesta en Washington por el asesinato de George Floyd a manos de un policía simula hacer un disparo
ANADOLU AGENCY / GETTY Un manifestan­te que protesta en Washington por el asesinato de George Floyd a manos de un policía simula hacer un disparo

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain