La Vanguardia (1ª edición)

El president recibió el aval de Junts para probar suerte con Albiach sin dejar de intentarlo con la CUP

- LUIS B. GAR ÍA ÀLEX TORT

Lo que ustedes nos presentan no es un cambio de gobierno, sino un cambio de cromos”. Son palabras de la líder de los comunes, Jéssica Albiach, durante el debate de investidur­a del 21 de mayo de Pere Aragonès a razón de la permuta de funciones en el Govern entre ERC y Junts. Solo seis meses después, un cambio de cromos le pilla los dedos: En Comú Podem te facilita los presupuest­os de la Generalita­t si tú te retractas y me avalas los de Barcelona.

El cántaro del 52% de votos a candidatur­as independen­tistas se rompe, primero, tras el no de la CUP a las cuentas; segundo, en el momento en que el Govern abre negociacio­nes con los comunes; en tercer lugar, con la reacción airada de JxCat por esas conversaci­ones, y finalmente, con el pacto con Albiach para que retirase la enmienda a la totalidad a los presupuest­os de la Generalita­t.

En los últimos días, la situación ha adquirido tintes de ruptura: “Os echamos de menos”, evocó Francesc de Dalmases (JxCat) ante Carles Riera (CUP) en la Comissió d’Acció Exteriors de esta semana.

La CUP y Junts se intercambi­aron los papeles respecto a la investidur­a. Esta vez, los anticapita­listas eran los socios a convencer tras meses de negociacio­nes con el Departamen­t d’Economia. Para los cuperos, el Govern se precipitó al presentar las cuentas sin tener un pacto.

El acuerdo con los comunes era el de la superviven­cia. La gobernabil­idad no podía saltar por los aires. Eso sí, ese 52%, tesoro a preservar por los partidos del Govern, no ha aguantado las tensiones internas y se ha quebrado a los seis meses de andadura. Así sucedieron las cosas.

Los comunes siempre fueron el plan B. Ante el ofrecimien­to permanente del PSC levantaron la mano sin muchas esperanzas. “Queremos presupuest­os en todos lados”, aseguró Albiach en sede parlamenta­ria, proponiend­o también un aval a las cuentas del Estado, a las del Ayuntamien­to de Barcelona y, por qué no, a la de los consistori­os de Lleida y Tarragona, en manos de ERC.

Aragonès abrió juego con los comunes tras el primer rechazo de la CUP a retirar la enmienda a la totalidad. Eran idóneos por proximidad con las políticas ya pactadas con los anticapita­listas y por su defensa del referéndum.

El martes 16, el president se reunió con JxCat para manifestar la necesidad de explorar esa alternativ­a, toda vez que negociar con el PSC era una línea roja para ERC. La respuesta de Junts: adelante, siempre y cuando se haga discretame­nte y no se deje de intentar con la CUP. Aun así, en el partido de Jordi Sànchez había quien apostaba por un acuerdo con los socialista­s. Diputados del PSC dan fe de ello.

La líder de los comunes dejó claro ese día, en su primer contacto con Aragonès, que esta vez no pasaría lo mismo que en la negociació­n de la investidur­a. En mayo, se quedó compuesta y sin pareja cuando ERC cerró en paralelo y en pocas horas un pacto con Junts, así que Albiach hizo prometer al president que aquello no se repetiría. En ese encuentro, los comunes ya ponen los presupuest­os de Barcelona sobre la mesa.

El Govern intentó demostrar que esta vez la cosa iba en serio con un gesto: un café en el bar del Parlament el jueves 18, a la vista de todos, entre el conseller de Economia, Jaume Giró, y la voz cantante en el equipo negociador de Albiach, Joan Carles Gallego.

Giró no volvió a estar en las reuniones con los comunes por expreso deseo de su partido, aunque las convocator­ias siempre corrie

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