La Vanguardia (1ª edición)

Casado y Ayuso respaldaro­n a los policías por separado y Abascal fue recibido a grito de “presidente”

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La marea policial llegó hasta la sede del Ministerio del Interior, custodiada por varios furgones de antidistur­bios. Allí, entre pitos y sirenas, se pidió reiteradam­ente la dimisión del ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, pese a que esta reforma –como reconocen los propios sindicatos en privado– es “una patata caliente” que no se ha cocinado en su departamen­to. Allí, se leyó un manifiesto en el que se expusieron los puntos, dicen, “más lesivos” de las enmiendas pactadas. Sus interpreta­ciones: se permitirá difundir cualquier imagen de un policía mientras trabaja, se eliminará la presunción de veracidad de los agentes, se fomentará la barra libre de manifestac­iones espontánea­s o se les obligará a hacer de taxistas. Todos estos puntos son fácilmente rebatidos con la letra pequeña de las enmiendas registrada­s por socialista­s y morados o, incluso, con una sentencia del Tribunal Constituci­onal.

Pese a este discurso lleno de omisiones, medias verdades o falsedades con el que se ha querido prender la calle contra el Gobierno, las tres derechas arroparon a los agentes desde el minuto posterior a convocarse las protestas. Y ayer se materializ­ó con la presencia de las cúpulas de PP, Vox y Ciudadanos, aunque desfilaron en tramos distintos de la marcha para evitar reeditar la famosa foto de Colón.

Tampoco hubo fotografía de Pablo Casado e Isabel Díaz Ayuso en mitad de la guerra soterrada que mantienen por el control del Partido Popular en Madrid. Ambos no se fotografía­n juntos desde el pasado 19 de octubre. Ninguno de los dos quiso perder la oportunida­d para capitaliza­r la protesta, pero gracias a la excusa de las apretadas agendas no coincidier­on.

¿Y cómo lo hicieron? La presidenta autonómica salió de Sol –donde tiene la sede el Gobierno regional– cuando la protesta no había arrancado. Allí defendió que la reforma es “un ataque directo” al Estado de derecho, a la libertad de todos los ciudadanos y que “pone en tela de juicio” la labor de los cuerpos de seguridad que, a su juicio, “son de las mejores del mundo”. Acto seguido –y sabiendo que Casado no llegaría hasta el final de la marcha– se excusó: “Tengo una labor como presidenta y es mejor atender a mis labores de representa­ción institucio­nal”.

Casado, que finalmente logró llegar a tiempo desde León donde participó en un acto del partido, se incorporó cuando el manifiesto final ya se había leído. Tiempo suficiente para valorar que “el problema es un Pedro Sánchez al que le es indiferent­e dejar a los mejores servidores públicos a los pies de los caballos con tal de poder seguir en Moncloa”. Además, tomó prestado el discurso que vienen repitiendo desde las filas de Vox en los últimos días: “El Gobierno prepara que se va a la oposición y va a incendiar la calle”.

Abascal, que fue recibido frente a Interior por los agentes al grito de “presidente, presidente”, estuvo custodiado por el resto de dirigentes de la extrema derecha: desde Rocío Monasterio a Ivan Espionsa de los Monterios, pasando por Javier Ortega Smith. En declaracio­nes a los medios, aseguró que Vox se manifiesta “en contra de una ley aprobada por el Gobierno junto a todos los enemigos de España y el orden constituci­onal”. Lo cierto es que la ley aún no está aprobada: el 14 de diciembre comenzarán los trabajos en la comisión de Interior. Para ese día, Jusapol ya ha planteado una nueva concentrac­ión ante el Congreso de los Diputados.c

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J.J.GUILLEN / EFE

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