La Vanguardia (1ª edición)

Renting de parejas

- Mariángel Alcázar

Desde que se puso de moda el renting para cambiar de coche ya no es necesario pensar en el modelo que va a serte útil hasta que su muerte os separe. Evidenteme­nte es un buen negocio para concesiona­rios, seguros y demás, pero ese sistema de alquiler también es un buen invento para el usuario. Que ahora necesitas un coche pequeño porque solo haces trayectos cortos o por la ciudad, pues eliges un utilitario, y si más tarde se amplía la familia, haces viajes largos o te quieres dar un capricho, siempre puedes cambiarlo por otro.

La práctica del renting debería adaptarse a la elección de pareja: ¿por qué comprarse un marido o un novio y esperar a que se estropee para dejarlo definitiva­mente aparcado e incluso mandarlo al desguace o, lo que es peor, aguantarlo años y años de avería tras avería, cuando puedes alquilar uno de acuerdo con tus necesidade­s a corto o medio plazo? Que ahora lo que necesitas es un modelo familiar, pues eliges un osito confortabl­e que no te complique la vida; no tendrá muchas prestacion­es, gasta poco y seguro que evitas el riesgo de accidentes, pero, eso sí, corres el de aburrirte y mucho.

Cuando tengas ganas de emociones extremas, puedes optar por uno de esos encantador­es de serpientes que sabes que son capaces de conducirte hasta el paraíso a toda velocidad, aunque una vez allí, también sabes que te dejarán tirada y con las ruedas pinchadas. Después de uno de esos, lo que más te apetecerá es ir en moto, pero de las de 45 cc, en las que no puede ir más de uno.

También pueden servir, durante un tiempo, los todoterren­os, aquellos que igual te acompañan a una fiesta pija sin que parezcáis la dama y el vagabundo como aceptan que un domingo les invites a un pollo a l’ast de los que venden en el mercadillo y, de camino a casa, entren en una bodega con la excusa de comprar cerveza y salgan con una botella de champán, o cava del caro, porque tú te lo mereces todo. Ese sería el modelo más indicado y que casi podías arriesgart­e a comprar, pero, desgraciad­amente, son demasiado grandes y no siempre caben en tu plaza de parking.c

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