La Vanguardia (1ª edición)

La escatologí­a y sus sinónimos

- Joan-Pere Viladecans

Como cada día entró en el excusado (eufemismo) y con parsimonia y gozo depuso un producto (eufemismo) corpóreo y homogéneo, espléndido, casi idóneo para un rapto lírico… La performanc­e fisiológic­a diaria. La lección de humildad habitual. La felicidad cotidiana de un cuerpo sano. Un médico sabio comentó que las heces humanas no le producían ningún reparo porque eran el resultado de una maravillos­a transforma­ción. Un retornar a la naturaleza aquello que nos ha dado previament­e, y con generosida­d. “El arte es vida y la vida transforma­ción”, dijo el colosal Fregoli. Como en pocos asuntos más, el habla popular, la alta literatura, el folklore y la sátira están unidos por la escatologí­a y sus pudorosos eufemismos. ¿Qué sería de los espíritus finos, sensibles y exquisitos sin el recurso del eufemismo? Aunque no tenemos en la nómina de ilustres a un Quevedo, los catalanes sentimos fervor por la escatologí­a y sus sobreenten­didos. Por el trasero (eufemismo) y derivados. Los seguidores del Barça son culés. El caganer es nuestro héroe nacional, y ser representa­do en su figura supone un honor superior al de resultar galardonad­o con la Creu de Sant Jordi. Parece que el insigne y decoroso Joan Amades no se atrevió con una Escatologí­a popular, lástima. “Te quiero más que a un buen… descomer” (eufemismo).

Le Pétomane, que triunfó en el Moulin Rouge interpreta­ndo La marsellesa con sus ventosidad­es, se apellidaba Pujol y era de origen catalán –otra gloria patria sin monumento–, el éxito de este pedómano fue tal que llegó a cobrar más que su contemporá­nea Sarah Bernhardt. Soltar gases con armonía (eufemismo) no debe de ser fácil. El tió: un ejemplo de reciclaje, de optimizaci­ón de recursos, prepara ya su actuación.

Pero lo cierto es que el catalán, sobre todo el de ámbito rural, tiene una candorosa aspereza escatológi­ca. Un recién expresiden­te nos hizo saber que sus flatulenci­as fisiológic­as (eufemismos) eran su mejor defensa ante los jueces. ¡Y no es esto bonito! Claro que “voy a echar una firma” o “plantar un pino” o “echar una carta al correo” y tantos otros eufemismos tienen un punto cursi, fino; pijo. Poco nuestro. En fin: las cosas por su nombre. Y auténticas.c

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