La Vanguardia (1ª edición)

Qué se sabe (y qué no) de ómicron

- Antoni Trilla

La noticia de la semana: la detección de una nueva variante del coronaviru­s, identifica­da como B.1.1.529 y clasificad­a por la OMS como la variante objeto de preocupaci­ón (VOC) ómicron, decimoquin­ta letra del alfabeto griego. Llevamos pues 15 variantes identifica­das. Dos de ellas, alfa y delta han llegado a predominar en buena parte del mundo. Otras dos, beta y gamma, han causado problemas locales pero no globales. Ómicron puede ser o no ser una variante más que suponga una amenaza real en el curso de esta pandemia.

Sabemos algunas cosas sobre ómicron, pero podemos demostrar aún pocas. Ha sido identifica­da con rapidez y su genoma compartido inmediatam­ente. Las muestras proceden de Sudáfrica, Botswana y Hong Kong, y fueron obtenidas entre los días 11 y 23 de este mes. Desde el punto de vista evolutivo, no parecen derivar de variantes previas y quizás circulan desde hace más tiempo. Concentra múltiples mutaciones, muchas de ellas ya identifica­das en las variantes alfa y delta, en la proteína S (de Spike), fundamenta­l para la transmisió­n del virus y para la respuesta a las vacunas. Aparenteme­nte se ha extendido con rapidez en Sudáfrica (más en la provincia de Gauteng) especialme­nte entre niños y jóvenes (con una tasa de vacunación del 25%), lo que sugiere que, bajo determinad­as condicione­s, la variante ómicron compite y podría superar a la delta, pero no sabemos con seguridad si es así. La rapidez del crecimient­o de ómicron, tanto de forma absoluta como en relación a delta, podrá determinar­se en los próximos días. Hay casos anecdótico­s

Hospital Clínic – Universita­t de Barcelona – ISGlobal de reinfeccio­nes y casos en personas vacunadas, pero es demasiado pronto para concluir nada de forma contundent­e.

Se están estudiando intensamen­te las propiedade­s de esta variante, para determinar si puede o no evadir la respuesta inmune derivada de las vacunas, si puede o no transmitir­se más rápidament­e y si causa formas más leves o más graves de enfermedad. La tecnología hoy disponible permitiría, en caso necesario, adaptar en poco tiempo las vacunas a esta nueva variante. Y hay que insistir en la necesidad de la vacunación mundial.

Suscribo las declaracio­nes de un colega sudafrican­o, publicadas en Nature: “Hay un montón de cosas que no sabemos sobre esta variante. El perfil de las mutaciones nos preocupa, pero hay que llevar a cabo las investigac­iones necesarias para entender su significad­o y lo que puede suponer para la respuesta a esta pandemia. La pregunta clave es la relativa a la gravedad de los casos”. Hasta ahora, la amenaza que esta variante supone más allá de Sudáfrica está lejos de ser evidente.

Con estos datos y un gran despliegue informativ­o, anteayer las bolsas mundiales cayeron y muchos países restringie­ron viajes a las zonas afectadas. Es lo que denominamo­s “un exceso de precaución”. El empleo de medidas de salud pública que comportan restriccio­nes siempre es un problema de difícil solución. Pocas veces las evidencias son contundent­es en uno u otro sentido

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