El ‘récord’ de Julián S.
Como una gota que desborda un embalse, la petición de La Vanguardia para que los lectores (habría que decir lectoras: ellas son abrumadora mayoría) expliquen sus problemas con las listas de espera de la sanidad pública ha desbordado todas las previsiones. Esta selección de vivencias muestra respeto hacia los profesionales de la salud, pero también impotencia y dolor.
A Tania T. le practicaron en el 2018 una doble mastectomía y le colocaron unas prótesis provisionales en el hospital Marqués de Valdecilla de Santander. “En tres meses te las sustituiremos por las definitivas”. Han pasado más de tres años y todo sigue igual. “Prioridad: preferente”, decía el informe. No es la única queja que denuncia que los retrasos comenzala ron antes de la irrupción de la covid. El caso del padre de Laura T. merece un punto y aparte. En noviembre del 2017, cuando tenía 57 años, le detectaron un cáncer de vejiga. Le operaron diez meses después. La operación se complicó y Laura ha explicado todos los pormenores en un blog (el enlace aparece en nuestra web). Su padre, lamentablemente, falleció en
El 21 de noviembre Julián
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S. superó su récord: orinó 6 o 7 veces por la noche, y 11 o 12 de día. En febrero, sufrió un cólico nefrítico y el catéter agravó sus molestias. No puede salir de casa o arriesgarse a un paseo sin averiguar antes dónde hay lavabos públicos. “Mi doctora de cabecera ya no sabe qué enero del 2020. Los retrasos no son cosa de ahora, considera su hija, quien teme que “nada cambiará aunque la pandemia afloje”.
“Parece que quieran que nos hagamos seguros privados. La sanidad pública está atascada y lo peor de todo es que no nos movilizamos para solucionarlo”, critica Susana V., de Alicante. Desde el 2019 espera una intervención en hacer para que me visite el especialista”. Desde febrero hasta agosto estuvo esperando una exploración urológica. Cuando por fin se la hicieron, le programaron una nueva visita para el próximo 24 de enero. Julián S. es un defensor de la sanidad pública, pero esta falta de atención ha agotado su paciencia. columna vertebral, después de un año peregrinando “de traumatólogo en traumatólogo”. Toma mucha medicación para mantener una mínima calidad de vida.
“Yo también vivo con calmantes”, explica Sara J., que padece una posible endometriosis aún no diagnosticada. En mayo fue a urgencias por unos dolores insoportables. Le dieron cita para cuatro meses después. Antes de que llegara el día, tuvo que regresar al hospital. En este tiempo los folículos hemorrágicos y los sangrados se han agravado. “Necesito ya un seguimiento que no recibo”.
Pilar G., de 38 años, se rompió los ligamentos de la rodilla derecha jugando con su hija en el jardín el 19 de marzo del 2020, la primera semana del confinamiento. No entró en la lista de espera hasta siete meses después, cuando por fin se dictaminó que debía ir al quirófano. Pilar espera y espera. La cirujana que la va a operar en un hospital de León está llamando