La Vanguardia (1ª edición)

Macron y la Baker

-

Tal y como nos contaba el pasado miércoles Óscar Caballero en su crónica de París, el próximo martes, 30 de noviembre, Joséphine Baker entrará en el Panteón. Pasará a ser la sexta mujer que halla cobijo en el Panteón de los grands hommes

de la República Francesa. Para empezar, les diré que eso de los “grandes hombres”, y más en los tiempos que corren, suena a chiste barato. Por más que esas seis mujeres, frente a los 71 hombres que reposan junto a ellas, parezca, sea una cifra ridícula, se me antoja vergonzoso y muy poco parisino que el tal Panteón todavía no haya cambiado de nombre e incluido en el mismo a las “grandes mujeres”. Unas mujeres que, dicho sea de paso, tardaron en llegar. La primera en reposar en el templo por méritos propios fue la polacofran­cesa Marie Curie, galardonad­a dos veces con el premio Nobel, la cual fue escogida, en 1995, por el presidente Mitterrand –es al presidente a quien le incumbe nombrar los huéspedes del Panteón–, poco antes de abandonar el poder y de haber ingresado en el célebre templo a cinco grands hommes:

René Cassin, Jean Monnet, Gaspard Monge, el abate Grégoire y Condorcet.

Los derechos de las mujeres progresan, la despenaliz­ación del aborto se impone, pero el Panteón sigue acogiendo a los grands hommes: André Malraux y Alexandre Dumas por deseo de Chirac, Aimé Césaire por capricho de Sarkozy. Con la llegada de François Hollande al Eliseo la cosa cambia. Se impone la paridad y la diversidad. Así, en mayo del 2015, el presidente escoge a dos mujeres y a dos hombres de la resistenci­a: GermaineTi­llion,Genevièved­e Gaulle-Anthonioz, Pierre Brossolett­e

y Jean Zay. Luego, en el mes de julio de 2018, el presidente Emmanuel Macron abrirá la puerta del Panteón a Simone Veil, la responsabl­e de la despenaliz­ación del aborto. Un total de 71 hombres (42 de los cuales designados por el mismísimo Napoleón) contra 4 mujeres y la señora Sophie Berthelot, panteoniza­da en 1907, a título de “esposa de” el científico y político Marcellin Berthelot. Y ahora el presidente Emmanuel Macron se dispone a introducir en el Panteón a una sexta mujer, y qué mujer: Joséphine Baker.

Está claro que la designació­n de la Baker, al margen de la devoción que el personaje de la cantante, de la vedette, parece despertar en el matrimonio Macron, debe entenderse en función de las elecciones presidenci­ales francesas del próximo año. Vamos, está clarísimo que el presidente, aconsejado o no por los suyos, intenta con esa mujer ganarse la simpatía de una parte de los electores. En primer lugar, se trata de una mujer, la primera mujer negra – o câpresse, que es como en las Antillas se conoce a la mestiza– en ingresar en el Panteón. Una mujer –Freda Joséphine McDonald (el apellido Baker es el de uno de sus esposos)–, con sangre india, española y africana, nacida en 1906, en SaintLouis, en Misuri (USA). Una mujer que a los 8 años trabaja como criada de los blancos y desde niña conoce el odio y los linchamien­tos. Una mujer que se salvará gracias al cake-walk ,a la danza que la llevará de SaintLouis a Broadway y de Broadway a París donde triunfará. “En Nueva York me llamaban la Sarah Bernhardt de la danza, pero en París he ascendido de categoría: ahora soy la Mistinguet­t negra”, le decía Joséphine a Simenon, uno de sus múltiples amantes. Una mujer que en Francia descubrirá la libertad y el cariño. Y que cuando llegue el momento sabrá mostrarse agradecida. “Francia ha hecho de mí lo que soy. Podéis hacer de mí lo que queráis”, le dice la Baker a Jacques Abtey, el jefe del contraespi­onaje militar en el París de 1940. Y aquella mujer, negra y extranjera, se convierte en un miembro de la Resistenci­a, del espionaje de la Francia libre, en una fan del general De Gaulle quien la premia con la Cruz de Lorena (en oro).

Esa es la carta, una de las cartas que juega el presidente Macron de cara a las elecciones del próximo año. No me negarán que para un montón de franceses y de francesas resulta mucho más agradecido mirarse, contemplar­se en una Baker panteoniza­da que en aquella curiosa pareja de poetas –Rimbaud y Verlaine– que unos irresponsa­bles proponían ingresar en el Panteón. Pero, al parecer, hay quien afirma que pese a todos los encantos que puedan encontrarl­e el presidente, su señora y sus consejeros, la Baker jamás se mostró crítica, denunció el colonialis­mo francés, ni dijo ni pío sobre la guerra de Argelia. Y esto para ciertos franceses y francesas resulta imperdonab­le y más en un “gran hombre” o una “gran mujer”. Por cierto, el cadáver de la Baker no ingresará en el Panteón, permanecer­á enterrado en Mónaco, junto al de su amiga Grace Kelly. Bastará con colocar una placa en el templo.

Pasará a ser la sexta mujer que halla cobijo en el Panteón de los ‘grands hommes’ de la República Francesa

 ?? AFP ??
AFP

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain