La Vanguardia (1ª edición)

Un penúltimo brindis por el maestro

- JUAN CAR

Viernes, 12 de junio del 2020, Savoy Theatre de Londres. Dos entradas para Sunday in the park with George. No hubo ocasión. La pandemia impuso su ley. Nunca las anulé con la esperanza de recuperar ese nuevo encuentro con un referente absoluto del musical de los últimos setenta años. Aún conservaba el recuerdo de la espléndida producción de Company con Rosalie Craig en el rol protagonis­ta, en un osado y genial cambio de género. Un suma y sigue de persecució­n de la obra de Stephen Sondheim en vivo: el grandioso Follies en el National de Londres y el montaje con aires de Paral·lel que Mario Gas dirigió en Madrid; dos paradas en el Châtelet de París para Into the woods y Passion, y la fortuna que Barcelona haya sido una plaza teatral que ha sentido especial predilecci­ón por Sondheim. Quizá en justa correspond­encia a que uno de los temas de Company se titule precisamen­te “Barcelona”. Aquí se ha visto –y se verá de nuevo– Golfus de Roma, West Side story, Into the woods (Boscos endins), Merrily we roll along, Assassins, Marry me a little y el memorable Company de Calixto Bieito, sin contar los montajes basados en su portafolio. A la cabeza Mario

Gas, artífice principal de haber consolidad­o al autor y su obra en el imaginario del público barcelonés con A Little night music y su mítico Sweeney Todd . La onda expansiva de su éxito llegó hasta Nueva York y una noche de 1995 entre el público del Teatre Poliorama estaba el mismísimo Sondheim, más que sorprendid­o y complacido por la maravillos­a carnicería protagoniz­ada por Constantin­o Romero y Vicky Peña.

En Barcelona se había reproducid­o el mismo particular fenómeno de entusiasma­r a público y crítica por igual. Algo destacado en un autor, letrista y compositor que nunca ha hecho concesione­s. No todo han sido éxitos inmediatos, pero incluso los títulos que de entrada no contaron con el aval de los espectador­es y la crítica, como Anyone can whistle, han adquirido con el tiempo la pátina de obra de culto. De la mano de Oscar Hammerstei­n II inicia a finales de los años cincuenta del siglo XX una carrera que se centra de entrada en escribir las letras para Do I here a waltz?, West Side story Gypsy . En Golfus de Roma

yya firma de nuevo la música, pero es en la década de los setenta, con el decisivo encuentro con el director Harold Prince, cuando inicia su década prodigiosa. Se suceden las obras maestras: Company, Follies, A little night music, Pacific overtures y Sweeney Todd. Etapa que acaba con el fracaso de Merrily we roll along. La crisis se supera en 1980 con otro encuentro importante: la colaboraci­ón con James Lapine. Juntos estrenan el triunvirat­o Sunday in the park with George, Into the woods y Passion. Obras que dibujan a un creador renovador absoluto del género que le interesa mostrar en un escenario sobre todo la complejida­d emocional del ser humano desde la ironía y la compasión. Único en describir la vida de los solitarios, el tiempo implacable que se traga todas las ilusiones, la pérdida de las últimas oportunida­des, la angustia del artista, la ansiedad de encajar en la corriente general. La

Sus obras maestras, como ‘Sweeney Todd’ o ‘Company’, arrasaron en Broadway y fueron exitosas en Barcelona

imposibili­dad, en definitiva, de ser feliz como meta absoluta con partituras reconocibl­es desde la primera nota, letras escritas como estiletes y máxima dificultad para los intérprete­s. Universo que segurament­e ha plasmado de nuevo en el musical que estaba a punto de concluir. Quizá aún inspirado –como se rumorea– en El ángel exterminad­or y El discreto encanto de la burguesía de Buñuel. Ojalá se vea para brindar de nuevo por su talento. Let’s raise the glass!

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TIM P WHITBY / EP

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