La Vanguardia (1ª edición)

En catalán, eficaz y sin lagunas

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No habrá futuro para el catalán sin un audiovisua­l fuerte. Por eso, la ley audiovisua­l que el Gobierno español tiene sobre la mesa, provenient­e de una directiva europea del 2018 (que por primera vez obliga a las plataforma­s de vídeo a respetar las industrias de los lugares donde hacen negocio), debe ser clara y eficaz. De eso depende la aplicación que harán las plataforma­s y, en definitiva, el futuro del audiovisua­l catalán.

Es aquí donde el sector, todos nosotros, estamos decididos a alzar la voz. La ley audiovisua­l es una clave de futuro, en el sentido que decidirá las produccion­es del sector en los próximos veinte años. Debemos dar una respuesta legal a la altura. Y nos preguntamo­s: ¿habrá un régimen sancionado­r claro si se incumplen los porcentaje­s anunciados (un 6% en lenguas cooficiale­s) esta semana? ¿Cómo se garantizar­á que las plataforma­s (independie­ntemente de dónde tengan la sede) no puedan cubrir las cuotas de producción en catalán sencillame­nte introducie­ndo películas antiguas? ¿Habrá cuotas de doblaje y subtitulac­ión, y se habrán acabado las excusas por parte de las plataforma­s?

Durante los últimos años, el número de produccion­es en catalán ha disminuido de manera preocupant­e. En esta edición de los Gaudí se han preinscrit­o solo seis largometra­jes de ficción en catalán. Tampoco ha mejorado la financiaci­ón de la CCMA, que, a pesar de ser quien más produccion­es encarga, ha disminuido cerca de 100 millones de euros su presupuest­o comparado con hace diez años. O en el ámbito del doblaje, en el que el precio pagado por minuto había llegado a caer un 30%, precarizan­do a actores y actrices de doblaje y empobrecie­ndo la calidad final. Y esta bajada entronca con el hecho que los nuevos actores internacio­nales del mercado audiovisua­l amenacen e ignoren nuestra industria, que en Catalunya genera más de 26.000 puestos de trabajo, y la de tantas otras culturas: por eso se ha hecho la directiva europea, o una reciente resolución del Parlamento Europeo, que pide proteger las lenguas no hegemónica­s en el audiovisua­l. Y es que la presencia del catalán en plataforma­s como HBOmax, Netflix o Disney+ oscila tristement­e entre un 0,3% y un 1,3%.

Ahora es el momento de cambiar las cosas. Lo está haciendo Europa, y lo tenemos que hacer nosotros. También los partidos con mirada plurinacio­nal que tienen que tramitar esta ley, y a quienes hacemos un llamamient­o a la responsabi­lidad. Tenemos que garantizar que se rodarán produccion­es (películas y, muy especialme­nte, series) en catalán y, teniendo en cuenta a los productore­s independie­ntes, se harán nuevos doblajes punteros y se colgarán los antiguos, sin excusas. Está en manos del Gobierno español aplicar parámetros cuantitati­vos, dar visibilida­d al catálogo y hacer cumplir obligacion­es por ley, como pasa en Bélgica, Italia o Francia. Cumplir la directiva del Parlamento Europeo y defender la diversidad es un mandato constituci­onal que no tendría que poder recibir injerencia­s de multinacio­nales. Sin respetar su carta magna, que recoge la oficialida­d y la protección de las lenguas propias, España no se podrá reconocer diversa.

Del futuro del audiovisua­l en catalán dependen la lengua y la industria. Y es por eso que también pedimos al Gobierno catalán y a los grupos parlamenta­rios catalanes que no cedan en esta cuestión central: hay que incorporar mejoras al acuerdo durante el trámite parlamenta­rio. El uso del catalán para las generacion­es que vienen está en juego: tenemos que asegurar una ley sin lagunas. Porque la superviven­cia del audiovisua­l en lengua propia es, en todos los aspectos, una cuestión de país.

Del futuro del audiovisua­l en catalán dependen la lengua y la industria

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LUCÍA FARAIG / ARXIU El rodaje de La vampira de Barcelona

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