Movimiento huelguístico y solidaridad del Gobierno
La opinión pública francesa es extremadamente sensible a la pérdida de poder adquisitivo. No se acepta y puede ser un factor potencialmente demoledor en las urnas. De ahí que el Gobierno, a poco más de cuatro meses de las elecciones presidenciales, insista, mostrando sus estadísticas, en que los franceses no han perdido nivel de vida, pese a los duros embates de la pandemia. Sin embargo, la sensación en la calle es diferente y el poder lo sabe. El propio ministro de Economía y Finanzas, Bruno Le Maire, que procede de la derecha, ha pedido a las empresas que suban “significativamente” los salarios en los sectores donde hay gran escasez de mano de obra, como la construcción, la restauración, los servicios médicos y la informática. “El crecimiento debe beneficiar a todo el mundo, también a los más débiles, también a los menos cualificados, todos aquellos que estuvieron en primera línea durante la crisis”, dijo Le Maire. El Gobierno puso de su parte,
ALEMANIA con la prima de 100 euros a quienes ganen menos de 2.000 euros netos al mes para compensar la inflación y el costo de la energía. Desde el primero de octubre se produjo, además, un aumento automático del 2,2% del salario mínimo. No obstante, desde hace semanas existe un movimiento reivindicativo fuerte, incluidas huelgas, en sectores de la gran distribución, en compañías emblemáticas como Decathlon, Leroy Merlin o Sephora, en demanda de un incremento de la remuneración. En el caso de Decathlon, una huelga de estas características no tenía precedentes. En cambio, en el sector informático, de tecnología de la información, análisis de datos, comercio electrónico y seguridad cibernética, las empresas se han visto forzadas ellas mismas a subir salarios para retener al personal o cubrir vacantes. Según el estudio Aravati 2021, la remuneración en esos campos se ha incrementado en un 10,6 de media después de la pandemia. /