La Vanguardia (1ª edición)

Turistas italianos en el hotel Oriente

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Una asociación excursioni­sta italiana había organizado a mediados de mayo de 1908 una visita de cuatro días a Barcelona.

Procedían de Turín; por ser la capital del Piamonte, importa hacer una referencia obligada. La presencia italiana en Barcelona ha sido muy relevante, y desde antiguo. Solo me referiré a la hostelería, pues los establecim­ientos de más categoría estuvieron en manos de piamontese­s hasta la guerra incivil. Es esta una emocionant­e y curiosa relación fructífera desde 1571 hasta 1936 que ha historiado de forma impecable en su libro el estimado especialis­ta Àngel Miguelsanz: Arrels piamontese­s en l’hosteleria de Barcelona.

La citada expedición compuesta por 371 turistas había embarcado en el vapor Orione; se detalla que incluía a 39 señoras y señoritas, quienes al desembarca­r fueron todas obsequiada­s con unos ramos de flores por parte de la recién creada Sociedad de Atracción de Forasteros.

Llevaron a cabo las protocolar­ias visitas oficiales. Fueron paseados por los habituales lugares emblemátic­os. Dedicaron un día entero a Montserrat.

La fotografía muestra el Gran Café del Salón Condal: el espacio más lujoso del hotel

Oriente, desde 1842 en manos del piamontés Francesco Durio, hijo de Pietro Giuseppe Durio, quien estaba desde 1778 en Barcelona dedicado a este sector. Era lógico que esta elección efectuada por el señor Cinzano, dueño de la ya famosa industria que trataba de expandir por el mundo su irresistib­le bebida, fuera acertada. Se trataba de ofrecerles un vermut de honor, pero justo antes un quinteto tocó el himno de Italia, que fue escuchado por todos los presentes en pie y emocionado­s.

Otros hoteles también estaban en manos piamontesa­s: Cuatro Naciones, Falcón o el Majestic Inglaterra, por solo citar algunos. El café Grill Room, en Escudeller­s, fue abierto en 1902 por Flaminio Mezzalama, venido de Turín y de la competenci­a vermutera, Martini & Rossi, para enraizar en Barcelona el atractivo aperitivo. Y encaja con el nombre que dio luego al más bello establecim­iento modernista, en la esquina del paseo de Gràcia y Gran Via: Café Torino. La decoración fue proyectada por Ricard de Campany, quien encargó nada menos que a Josep Puig i Cadafalch, Antoni Gaudí y Pere Falqués, ahí es nada, la decoración de un salón por cabeza.

Eran piamontese­s, como la mayoría de los que se dedicaron aquí a la hostelería

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Degustaron con solemnidad un vermut Cinzano en el Gran Café del Salón Condal

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