La Vanguardia (1ª edición)

“Quiero que la OBC se convierta realmente en el latido de Barcelona” Abrir el repertorio

“Lo ampliaré con mi ADN musical, que es el francés y eslavo, además de lo contemporá­neo”

- ESTEB N LINÉS BAr OlE A

Ya es sabido que el director francés Ludovic Morlot será el nuevo director de la OBC durante los próximos cuatro años a partir de septiembre, sustituyen­do a Kazushi Ono. Pero este viernes y sábado se le podrá disfrutar en la cercanía, ya que dirigirá a la citada Orquestra Simfònica de Barcelona i Nacional de Catalunya, con el acompañami­ento del pianista Pierre-Laurent Aimard (Auditori, 19h). Ayer fue presentado por el director del Auditori, Robert Brufau.

¿Cuáles son las mayores prioridade­s que le pidieron al ofrecerle la dirección de la OBC?

La primera es la excelencia artística. El objetivo es que el próximo concierto sea más rico que el anterior. En ese momento solo se habló de excelencia artística, pero también está evidenteme­nte la conexión con Robert Brufau y el equipo artístico sobre una programaci­ón ambiciosa, más amplia, en muy diferentes formatos. Y también conectar realmente más con la comunidad, como a través de proyectos educativos, pero siempre a través del repertorio y de la excelencia.

¿Qué opinión tiene de la marca Barcelona?

Veo curiosa la cultura y la gente de aquí y con un cierto orgullo de ciudad. Cuando estuve trabajando en Bruselas, en La Monnaie, vi que había ese orgullo de ser una orquesta para la ciudad. Quiero decir que creo que es más importante para nosotros construir un proyecto en sí mismo y esperar que el mundo se fije en él, que enfocar todo directamen­te para tener aspiracion­es internacio­nales. Es un poco lo que hice durante los años que estuve en Seattle, allí me interesó por encima de todo hacer una orquesta que estuviera muy, muy cerca de la comunidad, y ese fue su mayor éxito artístico. El foco es mucho más fuerte si el objetivo está sobre la gente, porque eso no solo les beneficia sino que la gente se identifica con esa historia musical que nos interesaba construir. Ahora soy un recién llegado aquí y pasaré como mínimo los próximos seis meses en escuchar y ver cuál es la cultura de la orquesta. Pero mi sensación es que hay un deseo tremendo de una orquesta para la comunidad.

Esta marca Barcelona puede ser algo muy útil para expandir en el extranjero a la OBC, ¿no?

Por supuesto. Y esto lo veo como un partnershi­p con otras institucio­nes y organizaci­ones, imaginar giras e intercambi­o de ideas y artistas.

¿Tiene en ese aspecto algo en mente?

Es demasiado pronto. Primero quiero estudiar y empaparme de compositor­es catalanes y música catalana, que va a ser algo muy importante para mí porque quiero ser como un embajador de ello. Tengo muchos deberes que hacer porque era un territorio absolutame­nte desconocid­o para mí. Por supuesto que conocemos a Granados y Albéniz pe

ro me refiero más a otros nombres como Pedrell o Leonardo Balada, con el que coincidí en Estados Unidos, o Vivancos y Magrané, que también me son desconocid­os. Pero para mí, como músico, también supone una oportunida­d fabulosa para ampliar mi horizonte. Podré aportarlos al repertorio de la OBC junto a nombres de la música francesa, eslava o norteameri­cana. Una orquesta deviene más versátil cuando se expone a más vocabulari­os.

¿Qué particular­idades percibe en el sonido actual de la OBC? ¿Se puede hablar de sonoridade­s mediterrán­eas?

Es muy latina. Es algo que encuentras en orquestas francesas, italianas y de otros sitios del sur de Europa. Tiene un espíritu que quizás sea más individual­ista, lo que puede ser fabuloso cuando quieres integrar solos, pero creo que una de mis misiones es crear un poco más de disciplina, que los músicos se escuchen entre ellos, hacer crecer esa sensibilid­ad de no tocar solo con el director sino de tener ese diálogo en el escenario con el resto de la formación.

Cuando se hace cargo de una orquesta ¿busca la singularid­ad o su prioridad es la calidad?

Yo busco química porque para mí es como conocer a una persona. Si quieres tener una segunda cita hay química: a veces es algo fácil de explicar y otras veces es simple energía, o confianza, o una manera similar de trabajar… Es decir, no solo es una cuestión de sonido o cuestiones muy técnicas, sino cosas que tienen que ver con la personalid­ad, el deseo, por ejemplo, de ir todos juntos en la misma dirección para llegar a un sitio.

Uno de sus objetivos es ampliar el repertorio de la OBC.

Lo obvio es mi adn musical, que es el repertorio francés y eslavo, y pienso que será algo maravillos­o para esta orquesta ganar un poco más de ligereza y contrapunt­o en la interpreta­ción, es decir, tener más presentes a las voces interiores, sin perder, eso sí, nada de lo que tiene ahora. Puedo pensar que para la OBC puede ser muy importante interpreta­r a Debussy o Chaikovski sin perder la belleza en el sonido que dominan cuando interpreta­n a Strauss o Mahler. Y también hacer nueva música, pero en la que yo crea, porque mi problema con la música contemporá­nea a menudo es que está mal interpreta­da porque muchas veces los músicos no creen en ella, y por eso es fundamenta­l saber con qué compositor­es trabajo.

¿Va a ser difícil acostumbra­r a la OBC y a su público a territorio­s contemporá­neos?

Siempre va a ser un desafío, es algo que generacion­almente siempre ha ocurrido y ocurrirá. Lo nuevo resulta incómodo, como pasa con la comida. Mi invitación a escuchar nueva música pasa por tener los oídos abiertos, no para entender todo lo que oyes, sino qué emociones recibes. Si escuchas activament­e una pieza de música, sin importar cuándo fue escrita, si te enganchas emocionalm­ente a un momento, eso te da una nueva oportunida­d a escucharla otra vez, y así más y más. Y se acaba convirtien­do en algo con lo que no puedes vivir sin ello.

¿Qué conoce de la música y la cultura de Catalunya?

Muy poco, porque he estado en América durante 20 años, y la música y cultura catalanas son como una pequeña isla, quiero decir que no he tenido oportunida­d de sentir curiosidad por ellas. Pero confío encontrar aquí alguna música que me enseñe cómo es la gente de Catalunya, y a través de la música descubrir lo que esta maravillos­a ciudad tiene para ofrecerme y enseñarme. Incluso saber tan poco ahora puede llegar a ser una ventaja, porque descubriré muchas cosas como un niño en una tienda de caramelos.

También está la cuestión de incorporar más miembros a la orquesta.

Seremos muy activos en reclutar a nueva gente, pero no es tanto la cantidad como sí la calidad de las incorporac­iones. Me tomaré mi tiempo para traer a la gente que me gusta.

¿Cuál es su último objetivo al frente de la OBC?

Quiero hacerla muy buena. La OBC ya está en el mapa. Una orquesta es el latido de la ciudad; cualquier ciudad muy sana tiene una orquesta sana. Mi objetivo es que esta OBC sea muy fuerte y muy sana. Cualquier gran ciudad tiene una gran orquesta, un gran equipo de fútbol, un gran museo. Y quiero que esta OBC sea el latido de Barcelona. Pero mi aspiración es la ciudad, que sea una orquesta para los niños de la ciudad, que sea algo que haga sentir orgullosos a sus habitantes. Todo ello no quita que tengamos que activar mucho el tema de las giras, abrirnos fuera y que mis músicos toquen en muchos sitios de Catalunya, museos, escuelas, teatros. Es muy importante. La pandemia nos ha enseñado que no tenemos que esperar que la gente venga aquí para escucharno­s sino que somos nosotros los que tenemos que salir y conocerles y crear esa relación y complicida­d. Y me refiero a la orquesta, pero también a hacer residencia­s, a hacer mucha música de cámara, es decir, a acercar realmente la música a la gente.c

Las tareas “Una de mis misiones es crear más disciplina, más escucharse entre los músicos”

La prioridad “Mi prioridad con la orquesta es la excelencia artística, más que su proyección”

La música catalana “Conozco muy poco la música catalana, pero quiero convertirm­e en embajador de ella”

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CÉSAR RANGEL $ n e%a &asa. El m@sico B director francEsH fotografia­do el martes en la sala grande de L&#uditoriH su nueva ‘casa& a Iartir de seItiemLre

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