La Vanguardia (1ª edición)

La reina de la canasta

Fallece Lusia Harris, primera mujer elegida para jugar en la NBA y la que estrenó el casillero de EE.UU. en unos Juegos Olímpicos

- FRANCESC PEIRÓN Nueva York. Corre o a

Ha muerto Lusia Harris, “la reina del baloncesto”, se lee en el comunicado de la familia sobre la defunción de esta mujer de 66 años. A veces, muchas veces, la literatura de los obituarios desborda por las costuras alabanzas hiperbólic­as sobre el finado que en vida posiblemen­te se le habrían regateado.

¿La reina del baloncesto? Además del título de un documental corto dedicado a ella, presentado en el 2021 en el festival neoyorquin­o de Tribeca, al que asistió y, por tanto, supo del elogio sin esperar a escuchar las noticias en el más allá, Harris plantea el caso en el que sus logros justifican una ovación.

Ahí están los hechos incuestion­ables que Harris se lleva a la tumba. Una cosa indiscutib­le. Hizo historia al ser la primera mujer estadounid­ense que metió una canasta en unos Juegos Olímpicos. Sucedió en 1976, en Montreal (Canadá). El equipo de las barras y las estrellas, con la inestimabl­e contribuci­ón de esta afroameric­ana nacida en Minter City (Misisipi), se llevó la plata en su debut en esta competició­n.

Por si eso fuera poco, y además de ser la gran estrella en el baloncesto universita­rio–tres títulos consecutiv­os con Delta State, de 1975 a 1977–, no hay esquela que valga dedicada a esta deportista en la que no se mencione su vinculació­n con la gran competició­n masculina de la NBA y no porque fuera la novia o la esposa de un jugador.

Harris figura oficialmen­te como la primera mujer elegida en un draft o selección. Corría 1977 y los New Orleans Jazz, que luego se mudarían a Salt Lake City (Utah), la escogieron en la séptima ronda.

En realidad, debe añadir cualquier obituario que se preste, hubo una mujer que le precedió. Denise

Long fue selecciona­da por los San Francisco Warriors en la décimo tercera ronda. Pero la liga, por los mismos prejuicios que aún colean, dejó vacante ese puesto y así es como Harris consta como la primera y única mujer drafteada.

Nunca llegó a jugar, ni siquiera se incorporó a los entrenamie­ntos. Cuando se produjo esa situación, ella tenía otra buena nueva. Estaba embarazada de su primer hijo y esto ya la dejaba fuera. Una vez que dio a luz siguió jugando, llegó a participar en la liga profesiona­l de mujeres, si bien jamás mostró interés alguno en revivir su elección para la NBA.

Aquel draft de 1977 es uno de los más raros que se han celebrado por una protesta de los equipos. Ese año también selecciona­ron al decatleta de oro Bruce Jenner, hoy Caitlyn Jenner, que no había practicado baloncesto desde el instituto.

Todo eso influyó en ella. “Pensé que era un truco publicitar­io y creí que no era lo suficiente­mente buena”, confiesa en el documental. “Decidí decir no a la NBA”, sostiene.

En 1992 ingresó en el Basketball Hall of Fame, la primera mujer negra que lo consiguió.c al enemigo.

La carrera ha sido un correcalle­s, el desfile del dolor, acto confortabl­emente contemplad­o por la grada, que se traga un sándwich y se baja un refresco. Hay que estar allí abajo para comprender cuánto hay en juego, cuántos temores viven esos atletas que patalean y jadean sobre el tartán.

¿Por qué patalean?

Porque pretenden vivir el gran día de la cita con la historia.

Los New Orleans Jazz la escogieron en 1977, pero Harris estaba embarazada y no tuvo interés en ir

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JaHN G. ZIMMERMAN / GETTY Acción de ataque de Lusia Harris en una imagen tomada en 1977

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