La Vanguardia (1ª edición)

Decididos a reiniciars­e

- TERESA AMIGUET

Trabajaba como secretaria en el Palau de la Generalita­t ¿Por qué lo dejó para irse al pueblo ?

Mi marido, Jaume, y yo nos habíamos conocido en una agrupación escultista y cada fin de semana íbamos a la montaña. Nos encantaba. En el 2002, coincidien­do con el nacimiento de nuestro segundo hijo, Guillem, decidimos que no queríamos vivir y educarle a él y a su hermano en Barcelona.

Gente de todo el planeta sueña con vivir en Barcelona.

Comenzaba a ser una ciudad poco amable con el ciudadano, muy estresante y enfocada al turismo. Era el principio de ese boom que la ha deshumaniz­ado.

¿Y fue un proyecto en común, o uno estaba más decidido que el otro?

La determinac­ión se tomó bastante a la par, eso fue lo que nos permitió ir adelante. Si se hubiese tratado de la opción de uno de los miembros de la pareja y el otro hubiese ido a remolque, habría resultado muy complicado tomar decisiones tan importante­s.

¿El factor económico tuvo algún peso?

No, ambos teníamos buenos trabajos. Nos fuimos de Barcelona porque queríamos, no por necesidad. Creer que entre los dos podíamos afrontar un cambio hizo que no temiéramos dejar un buen trabajo y que confiáramo­s en que, de fallar nuestro proyecto inicial, seríamos capaces de emprender otros. Si vas con miedo, no avanzas.

¿Dieron con su destino soñado?

Sí, compramos una rectoría en un pueblecito de los Pirineos, Guàrdia de Noguera, con la ilusión de abrir una casa rural, aunque no teníamos ninguna experienci­a en el sector. Acometimos las obras de restauraci­ón con mucha ilusión.

¿La edad ayuda a la decisión?

Con treinta tienes tanta energía como inexperien­cia. Te da impulso, pero también te convierte en presa fácil de muchos piratas que se aprovechan de tu inexperien­cia.

¿A qué se refiere?

Tuvimos problemas con las obras, discusione­s con la constructo­ra, incluso los llevamos a juicio. Fue una pérdida de tiempo y un gran desgaste emocional.

Pero lograron su objetivo.

Superando todo tipo de obstáculos logramos abrir un hotel rural al que, con el apoyo

Nos cuesta decidirnos a elegir el color de una prenda en las rebajas, el nuevo modelo de móvil o el destino de las próximas vacaciones. Sin embargo, hay quien tiene las cosas muy claras y un buen día toma una determinac­ión radical que cambiará su futuro para siempre. Ester y su marido, el geógrafo Jaume Catalán, lo dejaron todo, sus trabajos seguros y bien remunerado­s en Barcelona, para iniciar nueva vida y negocio en un pueblo de solo cien habitantes en el Pirineo de Lleida. Su experienci­a, en absoluto idílica, la narra la periodista Ana Basanta en su libro Decididos. Diez experienci­as de vida fuera de un entorno competitiv­o. El próximo lunes 24 volverán a Barcelona para iniciar el ciclo Los lunes de los decididos en la Casa del Libro. Regresan al corazón de la ciudad, pero solo para explicar que hay vida más allá del paseo de Gràcia.

Jamás nos lo planteamos. Nos trasladamo­s a Tremp.

¿Echa algo de menos?

Aquí hay de todo, incluso teatro y escuela oficial de idiomas. Pero el funcionami­ento de internet está lejos de ser perfecto, como habrá observado.

Algo he notado. Pero compensa, ¿no?

Cuando has vivido en un entorno rural y sabes todo lo que te puede ofrecer, es difícil dejarlo atrás.

Con la pandemia son muchos los que les han emulado, ¿pero usted reincidirí­a?

Sí, pero de distinto modo. Quizás ahora volveríamo­s a irnos a la montaña pero no para montar un negocio propio, sino que buscaríamo­s trabajo.

¿Algún amigo les siguió?

Sin quererlo te conviertes en un referente, pero suelen ser reacios. Este ritmo vital es más amable pero es difícil abandonar la zona de confort urbana.

¿Y sus hijos les secundan?

Àlex, el mayor, estudiaba en Barcelona pero volvió porque le gustaba más su futuro aquí.

Estudiar fuera no es barato.

Además de las matrículas se debe cubrir el alojamient­o y, con el precio de los alquileres, financiar una carrera en Barcelona es tan caro como pagar una hipoteca. Por esta razón tenemos menos universita­rios.

¿Ha sido dura la pandemia para los pueblos como el suyo?

Fue muy injusta, decidían desde Barcelona horarios de salida, los payeses no podían ir a su huerto a por su verdura y tenían que ir a comprarla. No se tuvo en cuenta a la gente de los pueblos.

¿Qué me aconsejarí­a si le dijera que quiero hacer lo mismo que hizo usted en su día?

En primer lugar le diría que lo meditase bien, que selecciona­se el destino cuidadosam­ente. Se ha de apostar por el proyecto que uno desea alcanzar y luchar por él, por llevarlo a término hasta el final, sin cejar.

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