La Vanguardia (1ª edición)

Casas como cajetillas

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El día que a las casas se las empezó a llamar soluciones habitacion­ales es cuando se jodió todo. Los políticos saben que el gran problema de nuestro tiempo es la vivienda, así que en cuanto mandan intentan convertir cualquier artefacto en un lugar para vivir. Pero, como escribió Antonio Gala, una casa es el lugar donde uno es esperado. Y en la espera, es imprescind­ible sentirse bien con uno mismo y con el entorno. La casa se convierte entonces en hogar. Pero no le podemos llamar vivienda a cualquier refugio, porque ni lo es, ni puede serlo.

El Ayuntamien­to de Barcelona ha empezado a instalar un edificio de siete plantas y 42 pisos, construido con contenedor­es de barco, junto a la plaza de las Glòries. Una parte importante de ellos tienen solo 26 metros cuadrados. O para ser más exactos 25,8, así que no tendrán cédula de

Los bloques de contenedor­es no son pisos, sino “alojamient­os provisiona­les”

habitabili­dad, entre otras razones porque la ley establece que deben tener un mínimo de 36. El Consistori­o se cura en salud y aclara que no son viviendas, sino “equipamien­tos de alojamient­o provisiona­l”. Lo que ocurre es que las provisiona­lidades en tiempos de penurias se estiran como el chicle. La alcaldesa Colau ha aclarado que estas promocione­s no sustituyen a los pisos sociales, sino que resultan una respuesta innovadora en momentos de emergencia.

No es el primer bloque que pone en marcha el Ayuntamien­to barcelonés: se estrenaron con las “respuestas innovadora­s” hace dos años en el Barri Gòtic. Una de las personas que llevan desde entonces en uno de estos contenedor­es es Encarna Mendoza, que ha declarado en el diario Ara: “Esto es como vivir en un paquete de tabaco”. La frase parece sacada de unos versos de José Agustín Goytisolo.

Sin duda, es mejor un contenedor que un banco de la calle, pero no deberíamos sentirnos muy orgullosos con estas soluciones habitacion­ales, que parecen el recibidor de la Sala de las Puertas. Se trata del espacio en miniatura imaginado por Lewis Carroll para que Alicia pudiera empezar sus aventuras en el País de las Maravillas, tras ingerir la botella de Bébeme, que la reducía de tamaño. Son tiempos extraños, surrealist­as como el cuento de Carroll, donde una cajetilla de Ducados es la metáfora de una casa.c

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