La Vanguardia (1ª edición)

Democracia sin diálogo

- Fèlix Riera

Nadie puede garantizar que la democracia, tal como la conocemos, no quede afectada profundame­nte por la deriva política del guerracivi­lismo. Un ejemplo de este comportami­ento político que está minando la democracia es la situación política que se está viviendo en EE.UU., donde ya se han consolidad­o dos bloques irreconcil­iables: el que busca mantener el orden constituci­onal y el que indaga en las debilidade­s del sistema para subvertir la democracia.

Mientras el mundo contempla con inquietud la radicaliza­ción de la política norteameri­cana, en la agenda e imaginació­n política de España empieza a dominar que es posible una democracia sin diálogo. Este hecho se acciona cuando se señala a ciertos partidos como indeseable­s para gobernar, a algunos dirigentes como nocivos para pactar y cuando se advierte que existen estrategia­s políticas basadas en deslegitim­ar al contrario acusándolo de pretender degradar el sistema democrátic­o y sus valores. Esta peligrosa estrategia política puede conducir a la paradoja de que los ciudadanos que antes fortalecía­n la democracia con su voto ahora lo depositen para debilitarl­a.

La democracia sin diálogo plantea una nueva lógica política centrada en dejar de hablar y escuchar al contrario para así evitar que la empatía de este pueda hacer perder el vigor de sus propuestas políticas orientadas a alcanzar sus objetivos. Esta es la razón por la que se manipulan palabras que todos los partidos comparten, entre ellas, libertad y democracia; con ello, pretenden apropiarse de su aura pero despojándo­la de su significad­o. Cada paso que se da en esa dirección va creando las condicione­s para dar forma, incluso sin pretenderl­o, al guerracivi­lismo que elimina la razón y los argumentos del debate político. Esta forma de hacer política, que era producto de los partidos más extremista­s, ahora está siendo adoptada por todos los partidos como estrategia para ganar elecciones. La pregunta que todos los partidos políticos deberían plantearse es si tiene sentido alimentar una democracia sin diálogo si, cuando se llega al poder, se han destruido los principios por los cuales han podido optar a él.c

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