La Vanguardia (1ª edición)

EL MIRAD/R

- ÓSCAR MUÑ/Z lo E

La controvers­ia sobre la recogida de basura en Sant Andreu de Palomar no cesa. Nunca llueve a gusto de todos. Y en este asunto, aún menos. Pero, tras siete meses de conflicto a raíz de la implantaci­ón del puerta a puerta, parece que los vecinos algo se han calmado. Los contrarios a este sistema no esconden sus críticas, aunque muchos esperan, con mayor o menor desconfian­za, a ver cómo funcionan los nuevos contenedor­es inteligent­es para los residuos orgánicos, que el gobierno sociocomún se ha visto obligado a colocar para calmar los ánimos, antes de volver o no a la protesta. Y los que defienden el modelo que comenzó a aplicarse en mayo tampoco disimulan su perplejida­d ante este último cambio, que ven como un paso atrás. Pese a ello, se muestran cautos. Tregua vecinal; eso sí un tanto frágil. ¿Cuánto durará?

Los vecinos pueden recoger el llavero que abre los receptácul­os hasta el 29 de enero. Mientras tanto, quienes aún no lo tengan, pueden seguir bajando sus residuos orgánicos en cubiletes tres días a la semana de ocho de la tarde a diez de la noche. El resto de basura –menos el vidrio, que va a parte, en contenedor­es convencion­ales– sigue con el modelo de puerta a puerta con sus días y horarios.

En el punto de informació­n de la plaza de las Palmeres, los residentes acudían ayer a resolver dudas y a buscar sus llaveros. En la cola, una señora mayor lamentó que ya no podrá bajar el cubilete y dejarlo frente a su portal: “Tendré que caminar hasta el contenedor,

La limpieza de las calles es fundamenta­l para ver si la recogida de la basura va bien

que no está cerca”. Sólo los edificios con más de veinte viviendas tienen uno propio, gris, más pequeño en forma de buzón, también inteligent­e. Los demás deben usar los normales de color marrón, ahora con el chip. Tampoco estaba contenta otra mujer que cree que con todos estos artilugios se han vuelto a llenar las calles de obstáculos. “El Ayuntamien­to ha sido cobarde –manifestó–, no son tantos los vecinos contrarios al puerta a puerta, es un sistema que funciona en toda Catalunya y en muchas ciudades europeas, ¿por qué no podemos tenerlo aquí?” Una joven, en cambio, aplaudió el cambio: “Ahora puedo bajar la orgánica cuando quiera, antes se hacía complicado, muchas veces la tenía que dejar en casa porque no podía sacarla a esta hora o se me olvidaba”. Y también había muy críticos con el modelo inicial y a su corrección. “Todo debería dejarse en un contenedor cerrado, es lo más limpio, me parece muy claro”, apuntó un señor.

La limpieza de las calles es fundamenta­l para ver si las cosas van bien, si la recogida de la basura funciona. Por la noche, cuando se bajan las diferentes fracciones –y estos días todavía la orgánica– hay zonas en las que se amontonan bolsas, a menudo junto a los nuevos contenedor­es, afeando y ensuciando el espacio público. Y la situación se mantiene hasta que los camiones pasan a recogerlas (si toca, porque las que se dejan los días que no correspond­en se quedan allí hasta el siguiente). El aspecto mejora considerab­lemente por las mañanas, sobre todo después de que se haya barrido o regado y los residuos se hayan retirado. El barrio parece otro.

En la arena política no hay tregua. Estar ya de lleno en periodo preelector­al –¡qué largo se va a hacer!– tiene sus condiciona­ntes. Este lunes, el concejal del ramo, Eloi Badia, de BComú, se ausentó de la presentaci­ón de los nuevos receptácul­os con chip. Son los primeros de este tipo que se estrenan en Barcelona y por ello quizás merecían su presencia o la de otro responsabl­e político. Todo quedó en manos de un jefe técnico que tuvo que atender a algún que otro vecino alterado.

El martes por la mañana, Badia defendió en un acto del Àrea Metropolit­ana el puerta a puerta, pese a que ha acabado mutilándol­o a regañadien­tes en Sant Andreu. Y, por la tarde, en la comisión de Urbanismo del Ayuntamien­to, respondió a una pregunta de ERC, grupo partidario de este sistema, aunque ha censurado que se ha aplicado mal. Su concejal Max Zañartu quiso conocer el calendario para implantar un modelo en el conjunto de la ciudad, que urgió a concretar y hacer realidad, y el edil común le dijo que antes se deben valorar los últimos cambios y recordó que, en todo caso, hará falta consenso político.

La guinda en la batalla política la puso ayer Elsa Artadi, de JxCat, que enmendó todo lo hecho. La concejal reclamó que se pare el sistema –lo tildó de “improvisad­o, confuso, ineficaz y caótico”– y se acuerde otro con los vecinos basado en contenedor­es inteligent­es para todos los tipos de basura.c

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MANÉ ESPINOSA Una vecina usa uno de los nuevos buzones inteligent­es instalados en el barrio

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