La Vanguardia (1ª edición)

Una ceremonia caníbal

- Toni Aira

Hay que tener estrella, como decía un anuncio de cerveza. Es el caso de Ada Colau, que ni se ha despeinado al sacudirse de encima el código ético de adorno que tiene su partido. Los denunciant­es que la llevan ante un juez le parecen sospechoso­s, así que no se da por aludida. Y eso, aunque el magistrado la acabe investigan­do, ergo imputando.

El código ético de los comunes habla de dejar el cargo cuando alguien es imputado por corrupción (como es el caso) pero su letra pequeña debe decir que eso no pasará en los casos en que se ocupe un cargo importante. Resumen: cinismo (anti)político que ha tenido la suerte de toparse esta semana con una antológica (por lamentable) ceremonia caníbal en el Parlament.

El actual conseller de Empresa, Roger Torrent, ni ha pestañeado al decir que si hubiese tenido toda la informació­n sobre los permisos por edad cuando era presidente de la Cámara lo habría atajado. Pero él cobraba para sancionar con su firma casuística­s como esta, que parecía no interesars­e en conocer. Es eso o bien que directamen­te miente porque, como sus predecesor­es desde Ernest Benach, era perfectame­nte consciente de todo. La inercia. La del cinismo que corroe la política de punta a punta del espectro político. Es lo que Christian Salmon describió hace años en su libro La ceremonia caníbal: sobre la performanc­e política .Lo publicó en el 2013, en plena emergencia de formacione­s que como Podemos nacían contra la “vieja política” y en plena recuperaci­ón de otras como ERC, que prometían una manera diferente de gobernar y de gestionar lejos de los vicios adquiridos por los partidos grandes del sistema. Quién los ha visto y quién los ve.

No son segurament­e lo peor del panorama político, pero, sin duda, en momentos en los que aún hay gente que espera de ellos lo mejor, eso tampoco llega. Unos y otros han participad­o estos días en un festival hipócrita que ha retratado a todos los partidos del Parlament sin excepción.

Todos han intentado escurrir groseramen­te el bulto de su innegable parte de responsabi­lidad en el origen (o en el mantenimie­nto) de prebendas para funcionari­os pagados con sueldos de lujo por no trabajar. Partidos supuestame­nte muy diferentes se han puesto de acuerdo en algo. En lo peor. De nuevo.

El maestro de periodista­s Ryszard Kapuscinsk­i escribió que “los cínicos no sirven

La polémica en el Parlament ha retratado a todos los partidos sin excepción

para este oficio”, en referencia a los informador­es. ¿Quién se atrevería a escribir algo así sobre unos políticos que dicen trabajar para el bien común y para la transparen­cia, pero que por ejemplo se escudan en la proyección de datos ininteligi­bles para camuflar el bien de unos pocos? Y por cierto, el profesor Francesc

Torralba publicó también en plena crisis mundial económica (y de confianza) su libro ¿Cuánta transparen­cia podemos digerir? (2015). Una duda razonable que algunos parecen tener bien testada y que se complement­a con una constataci­ón: el festival caníbal de la performanc­e política puede digerir el crédito de las institucio­nes de todos hasta los huesos.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain