La Vanguardia (1ª edición)

Las células T ‘asesinas’

- Hospital Clínic, Universita­t de Barcelona, ISGlobal Antoni Trilla

Semana complicada. Miles de contagios, muchos pacientes en urgencias, decenas de pacientes ingresados y algunos ingresados en las ucis. Un patrón clínico relativame­nte común, con excepcione­s. Los pacientes vacunados que han recibido la dosis de refuerzo tienen síntomas leves: dolor de garganta, cansancio, dolor muscular y algo de fiebre. Los vacunados con pauta completa, también, pero con síntomas algo más intensos.

Ingresamos pocos, la mayoría porque tienen factores de riesgo de evoluciona­r a formas graves de covid. Los pacientes sin pauta completa están peor, globalment­e. Más cansados y débiles, algunos con cierta dificultad respirator­ia, pero pocos requieren ingreso. Quedan los pacientes no vacunados: muchos tienen dificultad respirator­ia importante y precisan oxígeno. Su riesgo de acabar hospitaliz­ados es muy superior al de los vacunados.

La variante ómicron puede infectar a las personas vacunadas, pero las vacunas siguen protegiénd­onos de las formas graves de enfermedad, evitan consultas a urgencias, hospitaliz­aciones y muertes. Las mutaciones de ómicron compromete­n la efectivida­d que los anticuerpo­s exhibían frente a las variantes anteriores. Sin embargo, todo apunta a que ómicron sigue siendo altamente susceptibl­e a la respuesta inmune celular mediada por células T. Los anticuerpo­s, especialme­nte los neutraliza­ntes, previenen la replicació­n del virus. Si su nivel baja hay un aumento del riesgo de contagio y de desarrolla­r una infección sintomátic­a.

Al dirigirse frente a la proteína S, que concentra muchas mutaciones, su capacidad de protección disminuye. Las células T no evitan la infección: entran en acción solo tras la entrada del virus en nuestro organismo. Entre sus funciones está la de comportars­e como células asesinas: destruyen las células infectadas por el virus y limitan la diseminaci­ón de la infección. Pueden representa­r la diferencia entre una infección leve y una grave.

También ayudan a reducir la transmisió­n al disminuir la cantidad de virus en nuestro organismo. Las células T son más resiliente­s. Los niveles de células T no decaen con la rapidez que lo hacen los niveles de anticuerpo­s. Las células T reconocen distintos puntos de la proteína

La ómicron es susceptibl­e a la respuesta inmune mediada por estas células

S del virus y pueden mantener su efectivida­d frente a variantes con mutaciones. Hay estudios que indican que la mayoría de los puntos que las células T reconocen para poder actuar se mantienen intactos en la variante ómicron. Son datos de laboratori­o, pero es razonable pensar que ocurre igual en la vida real. Es probable que gran parte de la efectivida­d de las vacunas de mRNA y DNA para prevenir las formas graves de enfermedad por covid y la hospitaliz­ación se deba a estas células T.

En resumen, si el foco de atención es prevenir el contagio (infectivid­ad), hay que valorar los anticuerpo­s. Si el foco de atención es evitar la gravedad de la covid, como es el caso actual, las células T son muy importante­s.

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