Acuerdo sellado para crear el carril bus pendiente en la B-23
El Gobierno cederá la titularidad de la vía a la Generalitat con una partida asociada para las obras de mejora
Han pasado veinte años desde que los ayuntamientos del Baix Llobregat empezaron a reclamar un carril bus en la B-23 para mejorar la entrada del transporte público a Barcelona por la Diagonal. La cuestión no atañe solo a la movilidad de la primera corona metropolitana, en este punto quedan atascados en hora punta también los autobuses que vienen de Igualada, Vilafranca y diversos puntos de CaPese al alto impacto que representa en la reducción del tiempo de viaje para los viajeros de los alrededor de 500 autobuses que pasan por la autopista a diario, el proyecto ha tardado dos décadas en salir adelante.
El acuerdo ya está cerrado entre el Ministerio de Transportes y Movilidad, que es el titular de la carretera, y la Generalitat, que será quien asumirá la gestión a partir ahora. Ambas partes presentarán públicamente durante el primer trimestre de este año el traspaso al departamento de Territori y el correspondiente proyecto de construcción del carril bus-VAO, que ya irá a cargo de la Generalitat, aunque con la financiación íntegra aportada por el Gobierno, así como las partidas de mantenimiento para los próximos años.
Se pone así la primera piedra para hacer realidad una infraestructura pendiente cuyo retraso acumula numerosos causantes: primero la desidia de las administraciones, que preferían inaugurar grandes líneas de metro en lugar de modestos carriles bus, luego la crisis económica... y cuando volvía a haber dinero en la caja, las disputas políticas entre la Generalitat y el Ministerio de Fomento impedían un acuerdo cerrado por los cargos técnicos pero que sus superiores políticos torpedeaban. Y así, han ido pasando los años. Si nada se tuerce y se empiezan las obras este mismo año, en el 2024 ya podría ser una realidad.
Con el proyecto ya redactado desde el 2014, la idea de la Generalitat es licitar los trabajos en cuanto tenga la titularidad. Su ejecución no tendrá nada que ver con el carril bus-VAO segregado de presupuesto disparado de la C-58 previo a la crisis. En este caso es una obra de coste reducido, alrededor de 15 millones de euros. Consiste básicamente en la reducción del ancho de la mediana y el arcén y en el repintado de la calzada para crear un cuarto carril que se añadirá a los tres de los que ya dispone el tráfico privado para entrar a Barcelona. Lo que más tiempo llevará será el recrecido de algunos de los puentes del trazado, que irá desde el entroncamiento de la A-2 y la B-23 en Sant Feliu de Llobregat hasta la entrada de Barcelona. En los documentos internos de la Generalitat es una de las obras con mayor retorno económico y social junto a la prolongación de la línea 8 de FGC desde plaza Espanya hasta Gràcia, otro proyecto que también arrancará este mismo año.
La patronal del transporte de viajeros por carretera, Fecav, celebra el acuerdo y pone de relieve que “un trayecto que ahora se alarga hasta 45 minutos en hora punta se podrá hacer en 20”. Desde esta entidad aseguran que la supresión de los peajes ha empeorado aún más la situación. La entrada en servicio del carril bus-VAO puede suponer un importante atractivo para captar nuevos usuarios en las líneas de bus exprés que acceden a Barcelona por la Diagonal frente al vehículo privado, que verá entonces pasar a su lado los autobuses mientras ellos siguen en la retención.
Es por eso que su creación también ha sido largamente reivindicada por la asociación de promoción del transporte público (PTP), que consiguió cortar esta autopista un domingo por la mañana para poner tres autobuses al lado de más de medio centenar de coches en una fotografía y evidenciar así la eficiencia del carril bus en una de esas imágenes que valen más que mil palabras.c
La reducción de la mediana y el arcén permitirán añadir un espacio reservado para el transporte público