Campanas resucitadas
Las piezas, hoy en día en desuso y originalmente instaladas en un hotel para la Exposición Internacional de 1929, volverán a sonar en el campanario del Pi
Barcelona dará una nueva vida a tres antiguas campanas casi centenarias. Las piezas se instalaron en el desaparecido hotel denominado número 1, construido con motivo de la Exposición Internacional de 1929 y lo que hoy en día es el actual Hotel Catalonia Barcelona Plaza. De hecho, el edificio mantiene un reloj en su fachada tal como se concibió originalmente.
El destino de estos instrumentos musicales será el corazón del casco antiguo, el campanario de la basílica Santa Maria del Pi del barrio Gòtic. El Ayuntamiento ha acordado la cesión de uso gratuita de estas campanas a la Asociación de Amigas y Amigos del Campanario de Santa Maria del Pi con el objetivo de “recuperar el patrimonio sonoro de la ciudad”. Las campanas descansan actualmente en un almacén municipal donde conviven con otros objetos de arte público de la ciudad. El archivero y conservador de la parroquia del Pi, Jordi Sacasas, tras visitar el archivo municipal y consultar diversa documentación ha indagado sobre la procedencia de estos elementos. Las piezas son obra de la histórica fundición Barberí de Olot, ya desaparecida, y se elaboraron en 1929. Se colocaron en una torre de reloj para marcar las horas y los cuartos en unos los hoteles de la plaza Espanya proyectados por el arquitecto Nicolau Maria Rubió i Tudurí para la Exposición Internacional.
Desde los años 80, cuando se derribó el antiguo hotel para construir el nuevo, las campanas se conservan en un almacén municipal. Una vez trasladadas a la iglesia, se limpiarán y se exhibirán un tiempo para que los barceloneses las vean. Posteriormente, se colocarán en el campanario tras ser bendecidas.
Al campanario, el más alto medieval de Barcelona con 54 metros de altura, se llega desde la primera planta, accesible a partir de 1880 a través de una puerta aunque antiguamente se subía con una escalera de madera. Tras sortear unos 260 peldaños, el esfuerzo merece la pena y la recompensa son unas vistas privilegiadas de la ciudad. Esta joya de la arquitectura gótica catalana se levantó a partir del siglo XIV con piedra de Montjuïc.“La primera piedra se colocó en 1379 y la construcción se alargó alrededor de medio siglo”, destaca Albert Cortés, sacristán de la parroquia e historiador de arte.
Desde hace años, un grupo vinculado a la iglesia trabaja en la recuperación de las campanas y su toque manual tradicional. Las tres piezas que se incorporarán son de tipo de talla europea, dos pequeñas y una grande. La mayor, que servirá para dar las horas, se calcula que pesa entre 150 y 200 kilos. Las de menor tamaño se usarán para dar los cuartos. Se instalarán en una de las ocho ventanas donde hoy en día no hay ninguna campana. “Estas campanas estaban mudas, cubiertas de polvo y fueron ciudadanas unos años. Ahora lo volverán a ser. También nos permitirá liberar la campana Maria, que actualmente hace la función de tocar las horas con un motor y podremos recuperar su toque manual tal como se pensó originalmente”, explica Sacasas, quien también preside la asociación de campaneros del Pi. El conjunto de la basílica está formado por seis campanas y se considera uno de los más importantes de la ciudad por su antigüedad, cantidad y calidad de sus bronces. La pieza con más años, con el nombre de Josepa, data de 1695 y pesa 170 kilos, aunque no es la más grande. Este honor lo ostenta la Antònia, con 1.806 kilos y de 1774. Andreua, Maria, Vicenta y Esquirol son el resto de campanas que pronto ampliarán la familia con tres nuevos miembros.
Los instrumentos sonoros están guardados actualmente en un almacén municipal