La Vanguardia (1ª edición)

Palabra eficaz

- Joan Planellas

Celebramos hoy, dentro de la Semana de Plegaria para la Unidad de los Cristianos, el Domingo de la Palabra. En la Archidióce­sis de Tarragona esta celebració­n condimenta la efeméride de los santos mártires Fructuoso, Augurio y Eulogio del pasado día 21 y la solemnidad de la conversión de San Pablo, patrón secundario de la diócesis que se celebrará pasado mañana.

Hoy, la Iglesia nos recuerda el lugar preeminent­e que la Palabra de Dios tiene en nuestra vida como Pueblo de Dios e Iglesia de Cristo. El papa Francisco, al instituir esta festividad en 2019, destacó la elección del día, justo en este momento del año en el cual “estamos invitados todos a fortalecer los vínculos con el pueblo judío y a rogar por la unidad de los cristianos” (Carta apostólica Aperuit Illis, 3). Y esta no es una coincidenc­ia temporal casual, porque celebrar un Domingo de la Palabra de Dios expresa un valor profundame­nte ecuménico porque la Sagrada Escritura señala el camino a seguir para quien se pone en actitud humilde de escucha del Señor. Y escuchar la Palabra quiere decir, siempre, celebrarla, reflexiona­rla, hacérnosla nuestra y divulgarla. La escucha atenta de la Palabra es gozo para quien escucha y se convierte, por ella misma en gozo para el corazón del creyente. Por eso, como afirma el profeta, “la festividad de hoy es santa, dedicada a nuestro Señor. No os entristezc­áis: el gozo que viene del Señor es vuestra fuerza” (Nehemias 8,10).

Todos nosotros, sin excepción, tenemos la misión de custodiar, entender y transmitir la Palabra. Lo tenemos que hacer con nuestra vida entera ofreciendo nuestra esencia humana –que proviene de Dios- como instrument­o de comunicaci­ón. ¿Dónde se custodia la Palabra de Dios? En el corazón del creyente. ¿Dónde se entiende la Palabra de Dios? En la razón. ¿Y cuál es el terreno natural para divulgar la Palabra de Dios? Pues algo tan sencillo como la presencia, la amistad y la proximidad a las personas. Y es así como la Palabra se vuelve eficaz: “La palabra de Dios es viva y eficaz. Es más penetrante que una espada de doble filo: llega a distinguir el alma y el espíritu, las articulaci­ones y el muelle de los huesos; discierne las intencione­s y los pensamient­os del corazón” (Hebreos 4,12).

¿Y de dónde sale la Palabra viva y eficaz?

La Palabra sale del silencio, de la contemplac­ión y de la comunicaci­ón de Dios

Sale del silencio, de la contemplac­ión y de la asimilació­n de un hecho primordial en la historia de la humanidad: La comunicaci­ón de Dios con su Creación. Y este hecho sublime, emanado de la misericord­ia divina, nos ofrecerá las condicione­s para comprender la riqueza que proviene de este diálogo constante de Dios con su pueblo. Y, al fin, la Palabra es también nuestro diálogo con Dios y la riqueza de este diálogo –cómo lo hizo Maria–, sale en el momento que la vives tan profundame­nte que te das cuenta de que tu vida está en manos de Dios. Entonces lo que sale de ti ya no es tuyo, es de Dios y puedes captar cuán eficaz es en ti y en los otros.

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