La Vanguardia (1ª edición)

En busca del Santo Grial

València apuesta por la historia del cáliz de su catedral para atraer turismo cultural con un camino de 500 kilómetros y propuestas artísticas

- UECAÓ E U AU València

La búsqueda del Santo Grial es una de las grandes fascinacio­nes de la humanidad porque se creía que daba la inmortalid­ad y la divinidad. Ha llenado la literatura, el cine y hasta los videojuego­s. Personajes como el Rey Arturo o Indiana Jones han ido tras este codiciado tesoro. Incluso la sección ocultista de los nazis creada por Heinrich Himmler, la Deutsches Ahnenerbe, se obsesionó con la reliquia que pensaban que haría invencible al Tercer Reich y que reforzaría su idea de la superiorid­ad racial del pueblo ario; tanto, que el oficial nazi y máximo responsabl­e de los campos de exterminio llegó a plantarse en el monasterio de Montserrat en 1940 exigiendo el cáliz.

No lo consiguió, claro. Pero si hubiera vivido hasta 2019 se habría dado cuenta de que no andaba lejos. En el Mediterrán­eo estaba la copa sagrada, concretame­nte en la catedral de València. Eso es, al menos, lo que concluyó aquel año la tesis de la doctora en Historia del Arte y turismólog­a Ana Mafé: que “con un 99,9% de probabilid­ades”, el cáliz de la capital del Túria “pudo ser” el Santo Grial. Cuenta que, cuando empezó su doctorado, se dio cuenta de que había “cosas muy estudiadas” en el patrimonio valenciano, pero “no había ni un solo doctorado consagrado al estudio” de la copa que probableme­nte estuvo en la última cena de Jesucristo: “Le dije a mi profesor que València se merecía saber si tenía un falso histórico, que no pasaría nada, o una pieza de primer orden mundial”.

Sus estudios se basan en el método iconológic­o científico de Panofsky. Como explica la investigad­ora, hizo una trazabilid­ad con documentos de todo tipo (de escritos a frescos) de Jerusalén, Roma, Nápoles o San Juan de la Peña en Aragón: “Trazo un hilo por aquellos lugares por donde estuvo el cáliz y dejó una impronta y coincide con el arco del tiempo”. Todo le llevó “a la misma conclusión”: “Si hay una copa que puede decir que estuvo en una mesa judía hace 2.000 años, es la que tenemos en la catedral de València”. Animada por su tribunal, escribió el libro El Santo Grial, publicado en el 2020, que sintetiza las 1.200 páginas de su tesis para acercarla al gran público.

Otro investigad­or, Gabriel Songel, catedrátic­o de Diseño de la Universita­t Politècnic­a de València (UPV), también recogió en el libro El Cáliz revelado, que vio la luz igualmente en 2020, que sus estudios de seis años corroborab­an que la copa valenciana estuvo en Aragón “por lo menos en el siglo XI”. Halló la referencia más antigua conocida hasta la fecha del Santo Cáliz en un manuscrito del relicario del monasterio San Juan de la Peña, lo que “hace más verosímil que el Cáliz de València sea el auténtico”.

“Lo que está claro y nadie ha podido rebatir hasta ahora es que la copa superior del Cáliz de

València es una piedra ágata que solamente se cultiva en Palestina y fue tallada de una forma muy especial en torno al siglo primero de nuestra época”, argumentó, mientras que el resto de copas que han reivindica­do ser el que usó Jesucristo “han ido cayendo porque no han pasado ese filtro arqueológi­co, o eran muy posteriore­s o tenían otra finalidad”. Con estas investigac­iones, la popularida­d de la copa de la Catedral de València no ha dejado de crecer y han proliferad­o las actividade­s en torno a ella en los últimos años. Desde el primer Congreso Internacio­nal del Santo Grial en el que se pidió que la UNESCO declarara la reliquia Patrimonio de la Humanidad hasta la potenciaci­ón de la ruta senderista del Camino del Santo Grial, la impresión en 3D del cáliz en formato de un metro que acaba de hacer la startup Baukunst Patrimonio Virtual o la exposición Santo Cáliz contemporá­neo en el Palacio de Colomina, donde la artista María Gómez da una concepción con diferentes miradas de la reliquia mostrando “el Hombre ante el Misterio”. Un cóctel que ahora Visit València quiere explotar para atraer turismo cultural y de calidad, como vimos esta semana en Fitur, donde un animado Indiana Jones se paseaba con la joya vacustodia

Una ruta sigue los pasos de la reliquia valenciana desde su primer escondrijo en San Juan de la Peña

lenciana. “El cáliz estaba durmiendo el sueño de los justos”, suspira Ana Mafé.

La actividad con más potencial que se está desarrolla­ndo alrededor del cáliz es el Camino del Santo Grial. Fijándose en el

Camino de Santiago, comienza a trabajarse en 2002 un itinerario para recorrer a pie, a caballo o en bici de montaña, que siga los pasos que la historia dice que hizo la copa. Se propone una visita a Jerusalén, donde fue utilizada por Jesucristo en la última cena, y a Roma, porque allí permaneció casi tres siglos hasta que el papa Sixto II confió su a su diácono san Lorenzo, natural de Huesca, para protegerla de la persecució­n de los cristianos decretada por el emperador Valeriano en la segunda mitad del siglo III, quien se la llevó a su tierra.

Pero la ruta propiament­e dicha comienza en el puerto de montaña de Somport o en el monasterio de San Juan de la Peña en Jaca (Huesca). Aquí es donde se escondió la reliquia que trajo san Lorenzo en el año 258 hasta que el rey de Aragón Martín I el Humano se la habría llevado al palacio de la Aljafería en Zaragoza en 1399. El camino continúa por Teruel hasta llegar a València, donde la habría entregado el rey Alfonso V el Magnánimo en 1424 para saldar una deuda que tenía con la Seo, según publicó el profesor Vicente Pons, canónigo archivero biblioteca­rio de la Catedral.

El Camino del Santo Grial está planteado en 22 etapas desde San Juan de la Peña hasta València. Son algo más de 500 kilómetros con jornadas que van de los 10km a los 34km, aunque como recuerda la doctora Ana Mafé, que es presidenta de la Asociación Cultural El Camino del Santo Grial, cada persona puede caminar lo que considere, ya que pasa por muchas poblacione­s intermedia­s.

Para planificar la ruta, Mafé recomienda consultar la página web del Camino del Santo Grial (valenciana) y la de la Ruta del Santo Grial (aragonesa). Sugiere organizarl­o con la agencia de viajes Valten Travel, la oficial del camino y cuya dueña ha hecho varias etapas a caballo, o bien ir por libre. En este caso, deberán contactar con la asociación y pedir la credencial del peregrino y preparar con antelación las etapas, sobre todo por el alojamient­o, ya que al estar en una fase inicial, todavía están trabajando con la administra­ción la posibilida­d de contar con

albergues. “Para dormir, la gente contacta con los ayuntamien­tos, con pensiones, con alojamient­os de AirBnB e incluso hay quien ha pernoctado al raso porque le apetecía esa experienci­a”, explica la investigad­ora.

La asociación envía credencial­es todas las semanas a España y al resto de Europa y ahora están empezando a poner la señalética del camino; empezó haciéndolo Emperador, que curiosamen­te es el pueblo más pequeño de España y se encuentra en medio de la huerta de Valencia.

Mafé reconoce que el camino actualment­e “está en pañales”, lo que cree que le da “más encanto”, como le han dicho algunas personas que lo han recorrido: “Es bonito andar y conectarte con la naturaleza, y no tener la sensación de tener que ir corriendo para llegar al albergue porque te quedas sin plaza”, en referencia al Camino de Santiago.

Sobre las comparacio­nes con el camino que lleva a Galicia, Ana Mafé confiesa que le gustaría que repitiera el éxito por la riqueza que llevaría a València: “A nivel de posicionam­iento internacio­nal, los símbolos juegan un papel muy importante. La búsqueda del Santo Grial es uno de los símbolos europeos. No es un tema de la Edad Media. El símbolo que refleja la trascenden­cia universal, la divinidad, es el Santo Grial”. Pero también marca las distancias: “En El Camino del Santo Grial estamos desarrolla­ndo un código ético porque queremos que, en él, la fraternida­d sea la verdadera moneda de cambio”.

De momento, además del trazado, ya tienen un saludo: “Paz y amor contigo, luz en el camino”. Es un itinerario para deportista­s, peregrinos y para “todas aquellas personas que quieran encontrars­e a sí mismas en un recorrido lleno de vivencias, cultura y espiritual­idad”. Y para encontrar también, lógicament­e, el buscado Santo Grial que, como apunta Mafé, fue “una copa viajera”.c

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