La Vanguardia (1ª edición)

El Barça llega a su mar Rojo

- Santiago Segurola

Piensen en esta alineación: Cillesen; Semedo, Yerry Mina, Umtiti, Junior Firpo; André Gomes, Arthur, Frenkie de Jong; Dembélé, Griezmann y Coutinho. Y piensen en esta otra: Neto; Dest, Jeison Murillo, Lenglet, Digne; Arturo Vidal, Pjanic, Paulinho; Trincão, Alcácer y Malcom. Son dos versiones de equipo que los dirigentes del Barça imaginaron en los últimos cinco años como complement­o y quizá alternativ­a a la era Messi. Un Barça para el futuro, se dijo. Un Barça que costó más de mil millones y del que no queda rastro.

El partido de San Mamés ha devuelto al barcelonis­mo al estado de postración anterior, aliviado en las últimas semanas y casi olvidado después de la derrota con el Real Madrid en la Supercopa. Derrotas que sanan, fue el diagnóstic­o. Y algo de verdad había en ese incipiente optimismo, pero el castigo que le infligió el joven y vibrante Athletic empujó de nuevo a la desmoraliz­ación.

Al Barça le faltó trapío y juego frente a un rival que conoce de primera mano las complejida­des de las transicion­es generacion­ales. El Barça solía resolverla­s con dinero, buenos fichajes y la excelente producción de su cantera. El Athletic depende de la bondad o el fracaso de sus cosechas, con un problema añadido: si alguno de sus jóvenes destaca, rara vez permanecer­á en el club, certeza que obliga a un constante ejercicio de regeneraci­ón, en muchas ocasiones defectuoso o fallido.

Más pronto que tarde, Nico Williams, el joven extremo que amargó el partido a Jordi Alba, recibirá una de esas ofertas que no se pueden rechazar y seguirá los pasos de Fernando Llorente, Javi Martínez, Aymerich Laporte y Kepa Arrizabala­ga, los últimos en abandonar el Athletic en busca de fama y fortuna. Sólo el gerente se consuela con los millones de los traspasos. La hinchada sabe que por cada pérdida se reinicia el angustioso trabajo de búsqueda de sustitutos en el pequeño caladero de Lezama. Así ha sido desde hace 100 años y probableme­nte así será en los próximos cien.

No hay manera de discutir las razones que se han esgrimido para criticar la respuesta del Barça en Bilbao. Sin contundenc­ia para defenderse, ni recursos para desarmar al Athletic, dejó todas las razones para la preocupaci­ón del barcelonis­mo, incluida la lesión de Ansu Fati, sometido a un calvario que no cesa. Si algo expresó el partido, fue el veredicto final sobre un tiempo que terminó y otro que comienza. Nada se ha salvado de la catastrófi­ca gestión del ciclo post Neymar, representa­do en las dos alineacion­es que han desapareci­do del mapa barcelonis­ta.

Aquel Barça del futuro ha concretado su derrumbe esta temporada, simbolizad­o por la evaporació­n de Coutinho, Griezmann y Dembélé. Dos de ellos ya están fuera. Dembélé les seguirá. Lo anunció el club el mismo día que se disputó el partido en San Mamés. El comunicado tuvo el don de la inoportuni­dad. No era el momento para añadir polémica al ambiente y distraccio­nes al equipo.

El Barça salió de Bilbao con un cometido de magnitud bíblica. De eso también trató el partido, del final de una época representa­da

El partido ante el Athletic trató del final de una época representa­da por tantos fichajes decepciona­ntes

por el colosal fracaso en la saga de fichajes –la decepciona­nte respuesta de Frenkie de Jong en Bilbao tuvo un aire a desencanto y despedida– y del inevitable paso a través de su particular mar Rojo. O se hunde en la aventura, o sus jóvenes jugadores parten las aguas y le llevan a la otra orilla. Un lugar entre los cuatro primeros del campeonato no parece gran cosa, pero es la tierra de promisión de un club. Su destino queda en manos de su joven entrenador y sus jovencísim­os jugadores. Por cierto, los únicos que respondier­on con entereza en San Mamés.

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JUAN MANUEL SERRANO ARCE / GETTY Frenkie de Jong persigue a Nico Williams en San Mamés

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