La Vanguardia (1ª edición)

A la coalición le sucederá otra coalición

- Iván Redondo rya@red nd yas ciad s.c m

Sin ser marxista, siempre me gustó sobremaner­a Karl Marx. Cuando estudiaba en la universida­d, me impactó uno de sus argumentos: la diferencia crucial que establecía entre revolucion­es. Mientras que las “revolucion­es burguesas” avanzan “arrollador­amente de éxito en éxito” –escribía el maestro–, “las revolucion­es socialista­s se interrumpe­n continuame­nte en su propia marcha”. Y es la propia izquierda la que las suspende. Después de la derrota, la izquierda vuelve “a lo que parece consumado para comenzar de nuevo”. Marx ni negaba ni trivializa­ba la derrota. Cuando te detienes, congelas la partida y sabes parar, conoces mejor a tus enemigos, eliges mejor a tus aliados, escoges con más inteligenc­ia tus nuevas armas y defines con más destreza y sorpresa tu nuevo proyecto político. Imbatible.

El Gobierno de coalición ha interrumpi­do su marcha. Lleva meses detenido, consciente o no. Tras la mayor pandemia en 100 años, los españoles sienten (la percepción es realidad) cómo sus condicione­s de vida y de trabajo empeoran. El marco de seguridad es hoy el marco nacional (algo que beneficia a la derecha) y la gran dificultad es cómo volver a la política doméstica. El signo de interrogac­ión es la máxima: ¿Cuáles son los costes morales, económicos, sociales y políticos del virus?, ¿debería intervenir más el Estado?, ¿la promesa de un reparto equitativo y de que nadie se quedará descolgado es real?, ¿puede vivir el sector privado al margen de las institucio­nes públicas?. A la hora de la verdad, ¿qué nos queda?: ¿España y sus fronteras?, ¿el sueño europeo?. ¿No deberíamos fortalecer lo decisivo: movimiento­s, asociacion­es, más sociedad civil?, ¿cuál es el modelo económico, de sociedad y cultural que propone la izquierda? ¿Cuáles son los valores, creencias y marcos del Gobierno de coalición progresist­a?, ¿por qué renacen nuevas demandas de soberanía, de identidad y de protección?, ¿el “realismo” de los “realistas” no lo está devorando todo?, ¿qué queda del espíritu de la moción de censura donde comenzó todo?, ¿no deberíamos reunir en un mismo plano la cuestión social con la cuestión nacional? Suben los precios, vuelve el lenguaje bélico, demasiado ruido, división y odio... ¿no necesitan los españoles respirar? Como esas cicatrices en el estómago, el pecho, la garganta y la rodilla del “abuelo” de la excepciona­l Luna de Miguel.

Las noches electorale­s sirven para atender a los datos, corregir errores y buscar las tendencias de fondo que nos gobiernan tectónicam­ente o nos van a gobernar. No hay que tenerle miedo a esas finales. Son momentos de evaluación pública, momentos para aprender. El éxito de la derecha está siendo movilizar a la parte organizada de la sociedad civil que quieren que vote a la derecha.

¿Y la izquierda? La mágica militancia socialista (desde “no es no” hasta el “sí es sí”) y la sabiduría de los inscritos en UP (desde “la quiebra del núcleo irradiador” en Vistalegre 2 hasta el “unidad, unidad, unidad”) saben que sus preguntas tienen respuesta: coalición. Una palabra que no puede ser desprestig­iada. Cuando la expectativ­a de la coalición se fortalece, el efecto es multiplica­dor en toda España.

Así se ganaron las elecciones de 2019.

Hoy hay signos mediáticos de agotamient­o en la coalición a las puertas de dos procesos electorale­s. Incluso hay voces que apelan a la ruptura por lo bajini. La mejor estrategia, ya en plenos comicios, no es alimentar marcos en los que discute la coalición ni diferencia­rse entre los socios. Los tacticismo­s ponen en peligro toda la plataforma electoral de la izquierda en su conjunto. Confunden a los votantes, producen desengaño, decepción, frustració­n y el riesgo de la resignació­n. El Gobierno de coalición es un proyecto de país ganador, superador, material, resistente y de dimensione­s históricas: la España que quieres. Imparable si se proyecta.

En homenaje a Lucio Magri, hoy “el viejo topo” está ciego: no sabe de dónde viene ni a dónde va. Cava en círculos, mientras los electores buscan seguridade­s. Pero la historia, de repente, se acelera

En puertas de dos procesos electorale­s, hay signos mediáticos de agotamient­o de la coalición. Incluso hay quienes apelan a la ruptura por lo bajini. Sería un error. El Gobierno de coalición es imparable si se sabe proyectar.

y muta. Éste puede ser el primer movimiento de muchos otros. La primera piedra. ¿Qué hacer?, decíamos hace unas semanas: volver a lo básico. Así se construye el motor Ferrari: Pedro Sánchez es el referente de la unidad de la izquierda y Yolanda Díaz debe acompañar al presidente en ese atinente. A la idea insertada en el horizonte de una victoria incontesta­ble de la derecha se le debe combatir con otra idea más poderosa: más gobierno de coalición. A la coalición le sucederá otra coalición. Volviendo a lo que parece consumado para comenzar de nuevo.

Sánchez es el referente de la unidad de la izquierda y Díaz debe acompañar al presidente

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Tumba de Karl Marx en el Highgate Cemetery de Londres

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