La Vanguardia (1ª edición)

La alquimia de las urnas

- Gabriel Magalhães

Los vocablos que se inventan para denigrarno­s a veces se vuelven nuestros mayores títulos de gloria. Hay apodos que consagran. Eso le pasó al primer gobierno portugués socialista de António Costa, surgido en el 2015 y apoyado parlamenta­riamente por los comunistas y el Bloque de Izquierda. Queriendo dibujar la caricatura de esta solución gubernativ­a, que era inédita en la historia de la democracia lusa, el político democristi­ano Paulo Portas habló de una geringonça, un artilugio destartala­do, y el mote se transformó en una flamante corona que Costa se ha puesto a lo largo de estos seis años.

La actual geringonça ,apesar de la simpatía que despierta en muchos portuguese­s, terminó con el debate parlamenta­rio sobre los presupuest­os del 2022, que no fueron aprobados. Exigencias de los comunistas sobre el salario mínimo y del Bloque sobre jubilacion­es anticipada­s, exigencias considerad­as irresponsa­bles por Costa, fueron el pretexto, pero en realidad la caída del gobierno luso se debe a que el aire que flotaba en la sala de máquinas donde todo se negociaba entre los socialista­s y los demás partidos de izquierda se fue enrarecien­do y, finalmente, ya era irrespirab­le. Como consecuenc­ia, los portuguese­s han sido llamados a unas elecciones legislativ­as anticipada­s el próximo día 30 de enero, en un momento en que la situación epidémica será complicada.

Costa pide ahora la mayoría absoluta. Argumenta que estos tiempos inciertos exigen estabilida­d, que hay un presidente de la República, Marcelo Rebelo de Sousa, de centrodere­cha, lo que garantiza el pluralismo político, y que él, Costa, cuando fue alcalde de Lisboa, jamás dejó de negociar aunque disfrutara de mayorías absolutas. De momento, los socialista­s van por delante en los sondeos, pero sin alcanzar esa mayoría. Y ello tal vez signifique que a los portuguese­s les sigue gustando el modelo de un gobierno pactado, más controlabl­e por la ciudadanía. Se estudian, pues, nuevas geringonça­s. Una de las posibilida­des es la llamada ecogeringo­nça: un gobierno socialista apoyado por el PAN (Personas Animales Naturaleza)

y el Libre, un movimiento identifica­do con la izquierda verde europea. Un nuevo artilugio, pero con tonos más ecologista­s.

Por otra parte, todavía es posible lo que se llama la geringonça derechista. Si el PSD, de centrodere­cha, superara sorprenden­temente a los socialista­s, como pasó en las municipale­s en el Ayuntamien­to de Lisboa, podría formarse un gobierno que aunara a este partido con IL (Iniciativa Liberal, algo así como el Ciudadanos portugués) y los residuos del CDS-PP, la formación democristi­ana que, en este momento, bordea la extinción. Como el centrodere­cha todavía está ahí, el debate se centra en dos hombres, el líder del PSD, Rui Rio, y el socialista António Costa. En los sondeos, los portuguese­s consideran a Costa más sólido, pero al mismo tiempo Rio es visto como más sincero. El telón de fondo de la discusión entre Costa y Rio nos da un panorama desolador. Portugal se sitúa hoy cerca de la cola de la Unión Europea en lo que respecta al PIB per cápita: el vigésimo puesto entre 27 países. En los próximos años, Hungría, Letonia, Eslovaquia y Rumanía podrían superar a los lusos. Además, el salario medio portugués es el séptimo más bajo de la UE. Según un estudio reciente, si se retiraran los apoyos sociales, el 43% de la población viviría en riesgo de pobreza. Para enfrentar esta situación, Rio propone un choque fiscal, una reducción de impuestos que propulse la economía; Costa, por su parte, exhibe su buena gestión, visible durante la pandemia, y plantea una progresiva mejoría de la situación, avanzando con pies de plomo.

Otro de los dilemas importante­s del acto electoral se centra en saber quién ocupará el tercer puesto. Se lo disputan la extrema derecha de Basta (Chega, en portugués), el Bloque de Izquierda y los comunistas. Si los radicales conservado­res lograran esta posición, algo habría cambiado para siempre en el país de la revolución de los claveles. En tiempos de pandemia, la precampaña electoral tuvo lugar en televisión, donde hubo treinta debates en los que cada partido pudo enfrentars­e a todos los demás. Ahora hay que esperar esa misteriosa alquimia de las urnas. Una alquimia que genera a veces un cascote metálico achicharra­do, como ocurrió en la Alemania de los años treinta, pero que a menudo descubre el oro puro del futuro.c

En los sondeos, los portuguese­s consideran a Costa más sólido, pero Rio es visto como más sincero

 ?? PEDRO PINA / EFE ??
PEDRO PINA / EFE

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain