La Vanguardia (1ª edición)

Más de medio siglo esperando el museo del transporte público

El histórico palacio de Comunicaci­ones y Transporte­s de Montjuïc sería una sede idónea

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Hace más de medio siglo que los defensores del patrimonio del transporte piden al Ayuntamien­to la creación del Museu del Transport de Barcelona. Todo parece indicar que se han concentrad­o ahora una serie de factores diversos que pueden facilitar esta tan esperada noticia.

La reformulac­ión del espacio de Fira de Barcelona en Montjuïc podría propiciar la liberación de algunos palacios y pabellones. De ahí, pues, que se vislumbre la posibilida­d efectiva y razonable de que el futuro museo del Transporte

merezca ser instalado en el palacio de Comunicaci­ones y Transporte­s, que con ocasión de la Exposición Internacio­nal de 1929 se dedicó a la mencionada temática. Tal como era de esperar la muestra mereció un alto número de visitantes, que a lo largo de su recorrido experiment­aban una serie de emociones fundamenta­das en vivencias recibidas a lo largo de una vida y a cualquier edad.

Un grupo de defensores de este patrimonio histórico propone al Ayuntamien­to y a representa­ntes políticos el proyecto. Lo forman Manuel Marina, diplomado en turismo y guía oficial; Joan Termes, historiado­r y autor de tres libros sobre la temática; Ferran Armengol, abogado y profesor de la UB, y Xavier Ragull, publicista. Tal petuvo tición e insistenci­a es el resultado de una fuerte mezcla de sentimenta­lismo, recuerdos, valor histórico, referidos a la presencia que a lo largo de no poco tiempo manción

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Q el transporte público: su protagonis­mo dominaba el paisaje urbano.

Ya en 1957 y con tal propósito se visitó al alcalde Porcioles para hatranvías, cerle esta petición. Diversos son los lugares que desde entonces y en distintas épocas parecían idóneos para situar el museo: la Zona Franca, junto a la Estació del Nord, en la carretera de Sants junto a la plaza Salvador Anglada, el Born, la antigua fábrica Fabra i Coats, el triángulo ferroviari­o de la Sagrera.

Pese a haber desfilado tantos destinos posibles, lo cierto es que el palacio de Comunicaci­ones y Transporte­s de Montjuïc no sólo exhibe una memorable carga histórica, sino que se encuentra atractivam­ente situado; su proximidad y centralida­d favorecerá sin duda que gane un mayor número de visitantes. Desde el punto de vista estratégic­o municipal, encaja y enriquece el eje cultural entre Drassanes (museo Marítim) y los museos de Montjuïc.

Se habla, de momento, sobre el destino y lugar, pero aguardan ya desde antiguo los vehículos que se ha tenido la previsión de guardar: autobuses, metro y taxis. Una vez elegida la sede, será el momento de negociar su organizaci­ón; un referente atractivo es el museo del London Transport, que permite acoger también toda suerte de actos. Otros ejemplos también pueden aportar ideas: los museos del Transporte de París, Stuttgart o Lucerna.

Estos vehículos muy ligados a la vida barcelones­a por tantos motivos propiciaba­n, cada vez que se eliminaba una línea, organizar en su honor un festejo, que atraía a no pocos ciudadanos para despedirla; era un momento agridulce y dolía. El museo del Transporte que el Ayuntamien­to debe a la ciudad, cuando cumpla lo prometido, promoverá alegría, satisfacci­ón y orgullo.

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