“Vivimos en constante lucha y ser trans es una dificultad más”
Ian de la Rosa iba para médico pero a los 15 años cambió radicalmente de opinión. “Un día se desencadenó todo en mi y tuve claro que quería hacer cine”, cuenta este director transexual de 33 años cuyo corto Farrucas competirá por el Goya al mejor cortometraje de ficción. Sus padres son trabajadores sociales y le inculcaron el amor por las películas con obras maestras como El padrino, de Coppola. “Desde pequeño hacíamos maratones de las tres películas”, recuerda.
Nacido en Granada pero criado en Níjar, De la Rosa estudió en la Escac de Barcelona. En 2015 dirigió su proyecto de fin de carrera, el corto Víctor XX, un drama sobre la transexualidad por el que recibió uno de los premios Cinéfondation del festival de Cannes. Farrucas surgió de dos vías, “de la necesidad de investigar sobre el concepto de lo trans más allá del género y a la vez de leer a Antonio Manuel, un intelectual andaluz que tiene varios libros sobre la historia no contada del pasado andalusí”. Una colega le propuso conocer a una familia de El Puche, un barrio periférico de Almería habitado en su gran mayoría por gente de origen magrebí y gitano. “Lo que vi allí me impregnó y me persiguió hasta poder hacer Farrucas”, retrato de una realidad social juvenil marginada.
El director ve a su generación en una lucha constante. “Hemos sufrido varias crisis económicas que nos pillaron estudiando y eso marca. Yo, además, el ser trans añade una dificultad más. Durante un tiempo me sentí un poco atrás a nivel generacional, pero no lo vivo como algo negativo ni mucho menos porque al final, más allá del confort personal, está el gran privilegio de poder mirar desde otro sitio”.