ARTE Y ARTES
Dudé si titular este texto La belleza de lo extraño, pues la palabra belleza tiene connotaciones tal vez indeseables en este caso. Podría haber puesto: El valor de lo extraño. Por desgracia, también la palabra valor ha sido contaminada y confundida a menudo con el precio. Prescindiendo de la ambigüedad inevitable de muchas palabras (también del adjetivo extraño), resulta entre curioso y alarmante el modo en que muchas palabras quedan contaminadas y desvirtuadas a causa de sus malos usos políticos, religiosos, ideológicos, económicos, comerciales, culturales y tecnológicos.
Las principales víctimas de logocidio (espero que este neologismo que empleo desde hace años acabe siendo aceptado) suelen ser palabras importantes: libertad, justicia, amor, belleza, mujer, poesía, verdad o verdades, valor o valores, realidad, paraíso, inteligencia... Personalmente, procuro estar atento ante los sucesivos timos por vía lingüística que unos y otros nos endosan, y por ello, por ejemplo, no me trago las grandes promesas de “la realidad virtual” y “la realidad aumentada” (que siempre serán patéticos sucedáneos de la realidad natural y espiritual), ni de “la inteligencia artificial” (que, en rigor, no puede ser inteligente por sí misma ni puede ser de origen artificial y sí puede ser una herramienta robótica, entre útil, inútil y deshumanizadora). Tampoco confundo la verdadera justicia con aquello que ha dictado cualquier juez, o jueza, del mismo modo que hay prácticas legales que me parecen detestables, inaceptables.
Para acabar esta reflexión, dos casos recientes de intento de logocidio. Constato en primer lugar que ya casi no se puede usar la palabra libertario para referirse a la ideología antiautoritaria que defiende la libertad acompañada de responsabilidad y de justicia social, pues en los EE.UU. desde hace
La obra.
La pintura de Xevi Solà evoluciona a partir de unos planteamientos muy abiertos