Pulso cerrado entre PSOE y Podemos por las alianzas para la reforma laboral
ERC y PNV denuncian el deterioro de su relación con el Gobierno de coalición
Las negociaciones para la aprobación de la reforma laboral en el Congreso entran ya en la recta final –el día 3 de febrero se votará la convalidación del decreto– apretando el acelerador. Los contactos se suceden con los socios de investidura, y en el Ministerio de Trabajo sigue habiendo confianza en el acuerdo, pero el proceso no está siendo un camino de rosas, y la relación en el bloque de legislatura se está deteriorando, tanto como se tensan las cuerdas entre PSOE y Unidas Podemos.
Mientras que el PSOE no parece demasiado inquieto con el enfado de sus dos principales aliados externos, ERC y PNV –incluso echa las cuentas de la lechera para prescindir de ellos en favor de Cs (véase el recuadro)–, el Ministerio de Trabajo mantiene la hiperactividad negociadora con el bloque de investidura y confía en alcanzar un pacto con los mismos grupos con los que se aprobaron los dos presupuestos, con los que en las últimas 72 horas ha realizado avances significativos.
No obstante, en el seno de Podemos crece la inquietud ante la actitud del PSOE y la forma en que, confiriendo el derecho de veto a la CEOE, contaminan la negociación que Trabajo tiene en marcha. Temen que la afamada construcción de la mayoría de legislatura se venga abajo si la reforma laboral se aprueba con otros apoyos. El resultado de la norma sería el mismo, pero detrás acechan otras aprobaciones pendientes. Empezando por la ley de Vivienda y la subida del SMI, sobre las que es conocida la posición de Cs, antitética de la de Unidas Podemos.
A la vez, los socios parlamentarios mascan un enfado creciente. De forma singular con el PSOE. De nuevo ayer, ERC y PNV adoptaban posturas muy duras y reiteraban que en este momento su voto a la reforma laboral sigue en negativo. Y al margen de negociaciones específicas –que ERC y PNV dirimen con Trabajo–, está aflorando una lista de agravios que fisuran la confianza entre los aliados: la mesa de diálogo de Catalunya y la transferencia del ingreso mínimo vital (IMV).
Marta Vilalta, secretaria general adjunta y portavoz de Esquerra, insistía ayer en que el eje en que se incardina su oposición a la reforma laboral sigue siendo el que se traza sobre el plano, de izquierda a derecha, pero también dio rienda suelta a una insatisfacción de fondo ante la inacción del Gobierno respecto a otros asuntos, que se inscriben en el otro eje, el vertical, el del conflicto político. Y ahí aparece de nuevo la mesa de diálogo de Catalunya, que sigue sin calendario y sin que desde la Moncloa salga propuesta alguna.
Este malhumor da contexto a la falta de incentivos de los republicanos para facilitar la convalidación de la reforma laboral, a pesar de que ayer el diputado de ERC Jordi Salvador emplazaba al Gobierno, a través de las redes sociales, a seguir negociando. De hecho, Yolanda Díaz estará mañana en Barcelona y está previsto que el jueves visite la fábrica de la Seat.
En el PNV, las reivindicaciones respecto al modelo de relaciones laborales son escuetas –la prevalencia del diálogo social vasco–, pero tanto el presidente del Euskadi Buru Batzar (EBB), Andoni Ortuzar, la semana pasada, como ayer el portavoz del grupo vasco en el Congreso, Aitor Esteban, han hecho patente un descontento que trasciende los límites de la negociación en curso y apela a los incumplimientos generales de la Moncloa con los compromisos adquiridos. Muy en particular, la transferencia de la gestión del ingreso mínimo vital, a la que el PNV alude como un Rubicón para las relaciones con el Gobierno.
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