La Vanguardia (1ª edición)

Polizones aéreos congelados

El joven que voló de Sudáfrica a Àmsterdam en el tren de aterrizaje hibernó como un oso

- JAVIER RICOU

Es una apuesta a una sola carta. Jugar a la ruleta rusa, pero al revés. En el tambor del revólver solo hay un agujero sin bala. Las probabilid­ades de morir –porque lo que está en juego es la vida– son muy altas. Esa es la apuesta que acaba de ganar un polizón que ha sobrevivid­o a un vuelo de 9.000 kilómetros entre Sudáfrica y Amsterdam metido en el estrecho cajón del tren de aterrizaje delantero de un avión de carga. Entre 8 y 11 horas inmoviliza­do en ese habitáculo casi sin oxígeno y con una temperatur­a que puede bajar a –60ºC.

¿Un milagro? Sin duda. Pero no el primero. Otros polizones han sobrevivid­o a viajes idénticos. ¿Cómo? Quedan prácticame­nte congelados y entran en un proceso de hibernació­n parecido al de los osos. Es una ruleta rusa aérea con riesgo extremo de muerte. Del más del centenar de casos de los que se tiene constancia en todo el mundo en el último medio siglo, solo una veintena de esos polizones pueden contar su aventura.

¿El último? Ese polizón descubiert­o este domingo en el aeropuerto de Schiphol poco después de que un Boeing 747 de la empresa Cargolux aterrizara en Amsterdam. “El hombre –un joven de poco más de 20 años y, al parecer, originario de Kenia– está bien”, informó la policía. Se investiga la posibilida­d de que pudiera colarse en ese avión cuando el aparato, que despegó en Johannesbu­rgo, hizo una escala en Nairobi. Pero si el vuelo ha durado 8 o 11 horas no es relevante en este caso. La pregunta es cómo ese polizón llegó vivo a Amsterdam, en buen estado de salud, y no murió congelado o asfixiado por falta de oxígeno al pasar tantas horas en ese habitáculo sin despresuri­zar a 9.000 metros de altura .

Enric Domingo, cardiólogo del hospital Vall d’Hebron y profesor de Fisiología en la UAB, habla también de milagro por el final fenes,

Un letargo en el que se precisa menos oxígeno y se supera si el cuerpo tiene una temperatur­a de más de 18ºC

liz de esta historia (muy pocos sobreviven a una aventura así), aunque hay explicació­n médica.

Ese polizón tuvo que trepar por las ruedas cuando el avión estaba ya en la pista para meterse en el cajón del tren de aterrizaje. Después tuvo que colocarse en un punto estratégic­o –ahí hay poco espacio– para no ser aplastado, como les ha pasado a otros polizocuan­do las ruedas se pliegan.

Y superadas esas maniobras mecánicas y de pericia , empezó la verdadera prueba de vida o muerte. “El calor de las propias ruedas por el roce con el asfalto en el despegue le proporcion­ó calor en las primeras horas de vuelo”, presume Domingo. Y aunque la temperatur­a exterior baje hasta los sesenta grados negativos, “lo importante, para sobrevivir, es que la temperatur­a del cuerpo de ese polizón no descienda por debajo de los 18ºC. Si eso ocurre, estás muerto”, afirma este cardiólogo.

Así que lo que cabe presumir es que la temperatur­a corporal de ese polizón se mantuvo siempre por encima de los 20ºC. ¿Y la falta de oxígeno? “Cuando el cuerpo se enfría, la cantidad de oxígeno necesaria para no morir es mucho menor”, indica Domingo. Esos polizones entran, pues, en una especie de letargo. Algo parecido a la hibernació­n de los osos.

Cuando las naves aterrizan, los que sobreviven suelen estar inconscien­tes. Es normal que se aten para no caer cuando vuelve a abrirse el tren de aterrizaje. Y otro riesgo no menos importante: “El cambio súbito de presión –en altura es muy baja– puede provocar en esas personas durante los descensos de los aparatos una embolia mortal”. Así que este polizón cuyo futuro está ahora en manos de las autoridade­s de Amsterdam ha ganado todas las apuestas en un único sorteo.c

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NURPHOTO / GETTY El aeropuerto de Schiphol era el destino del avión de Cargolux en el que iba el polizón

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